Un equipo de investigadores, dirigido por la Universidad de Washington y agentes especiales del Departamento de Seguridad Nacional de EE UU, ha utilizado pruebas genéticas de los envíos de marfil incautados para descubrir las redes delictivas internacionales que están detrás del tráfico de marfil procedente de África.
Hace 41.500 años los Homo sapiens ya utilizaban joyería ornamentada, según recoge un estudio sobre los restos de un colmillo de mamut hallados en una cueva en Polonia. La pieza cuenta con 50 perforaciones y dos agujeros completos.
El análisis de 231 colmillos de elefante incautados ha confirmado lo que muchos sospechaban: el comercio prohibido del marfil se nutre casi exclusivamente de animales asesinados en los tres años anteriores –a veces incluso antes– a su incautación. El estudio, el primero de este tipo, confirma la expansión de la caza furtiva y niega que los colmillos procedan de las reservas antiguas almacenadas por gobiernos corruptos.
El elefante africano de sabana y el de bosque están amenazados por el tráfico ilegal de marfil, que ha reducido sus poblaciones en un 60%. Un equipo cientiífico internacional ha calculado que el daño económíco producido por la matanza de estos mamíferos asciende a unos 23 millones de euros anuales en ingresos turísticos. Para los científicos, el ecoturismo y la conservación son alternativas económicas viables.
Los conflictos armados de Siria, Ucrania o la República Democrática del Congo, entre otros países, suman cada día cientos de pérdidas humanas de civiles. A ellos se unen los animales salvajes, que se convierten en víctimas silenciosas de unas guerras en las que no han elegido bando. El ibis eremita en Siria o el elefante africano, amenazado por el comercio del marfil, quizá sean las últimas especies que causen baja.
Una cría de elefante queda huérfana tras la muerte de su madre. Cada año, 50.000 elefantes mueren en África por el comercio ilegal de marfil. / Shivani Bhalia (Save the Elephants)