La Universidad Politécnica de Madrid participa en un estudio, publicado en Nature, que compila los últimos avances tecnológicos en la estimación de la pérdida de masa de los mantos de hielo de la Antártida y Groenlandia.
Aurora Boreal observada desde el sur de Groenlandia. Imagen: D. Padrón.
Las imágenes ofrecidas la semana pasada por la NASA mostraban un acusado derretimiento de la capa superficial de Groenlandia, y ponían en evidencia su delicada situación. Sin embargo, un equipo internacional de científicos demuestra a través de datos de satélites y fotografías aéreas de los últimos 30 años, que la capa de hielo de Groenlandia, a pesar de su retroceso, es capaz de recuperarse y volver a estabilizarse.
Desprendimiento del iceberg en Groenlandia. Imagen: Earthobservatory / NASA.
Hace unos 125.000 años, durante el último periodo interglaciar, el nivel del mar era al menos cuatro metros más elevado que en la actualidad, pero en ese periodo las temperaturas eran similares a las que se prevén a finales de siglo XXI. Un equipo estadounidense ha analizado el estado y el comportamiento de los casquetes de hielo de ambos polos en el pasado y concluye que el hielo de Groenlandia es más estable de lo que se pensaba y el de la Antártida más inestable.
Un estudio internacional de científicos demuestra que a lo largo del siglo XXI las aguas entre los 200 y 500 metros de profundidad alrededor de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida se calentarán entre 1,7 y 2 ºC, y 0,5 y 0,6 ºC, respectivamente. Este calentamiento proyectado por los investigadores acelerará la pérdida de hielo y el nivel del mar aumentará en un metro de forma global a finales de siglo.
El sistema de drenaje interno de la capa de hielo que cubre Groenlandia evita que se acelere el flujo hacia los océanos durante los veranos calurosos
El sistema de drenaje interno de la capa de hielo que cubre Groenlandia evita que se acelere el flujo hacia los océanos durante los veranos calurosos. Así lo revela una investigación europea publicada hoy en Nature. Sin embargo, los científicos niegan que la región helada esté “a salvo” del cambio climático.