Investigadores del Centro de Astrobiología y la Universidad Autónoma de Madrid han introducido tapetes de estos microorganismos antárticos dentro de una cámara que simula el ambiente extremo de Marte. Los resultados revelan que pueden mantener cierta actividad biológica, al menos durante las dos semanas que ha durado el experimento.
Investigadores de las universidades Autónoma de Madrid y Alcalá han comprobado en el laboratorio que la claritromicina y la azitromicina, dos antibióticos muy utilizados, se pueden adherir a los microplásticos y luego liberarse en medios acuáticos, afectando a microorganismos fotosintéticos.
Hasta ahora, pocos estudios demostraban que las cianobacterias marinas no obtenían solo alimento a partir de la fotosíntesis. Una revisión de estudios confirma que estos organismos también incorporan compuestos orgánicos del medio ambiente.
El cambio climático afectará a los microorganismos de los suelos, principalmente las cianobacterias, y producirá un reemplazo de las especies adaptadas a bajas temperaturas por aquellas mejor adaptadas a altas temperaturas. Según un nuevo estudio, liderado por biólogos de la Universidad Autónoma de Madrid, esto tendrá una repercusión impredecible en la fertilidad de los suelos y la erosión.
Las cianobacterias son conocidas por realizar la fotosíntesis usando la luz solar, pero investigadores del Centro de Astrobiología han descubierto que también sobreviven a más de 600 metros de profundidad en el subsuelo de río Tinto (Huelva). Este estilo de vida subterráneo, que podría remontarse a sus antepasados no fotosintéticos, ofrece pistas sobre la presencia de organismos similares en entornos actuales o primitivos de otros planetas, como Marte.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, en colaboración con la Universidad de Alcalá, han desarrollado dos nuevos biosensores capaces de detectar el estrés oxidativo que es perjudicial para los organismos que habitan ríos, mares y lagos. Los resultados, publicados en Chemosphere, demuestran su capacidad para localizar la acción de contaminantes emergentes.
Con sus superpoderes podrían barrer a cualquier héroe de Marvel. Se sienten cómodas en los ambientes más inhóspitos del planeta y son capaces de alimentarse de una manzana, de plástico o de uranio. Cada poco tiempo, los microbiólogos descubren nuevas especies con sorprendentes capacidades. Son responsables de muchas enfermedades, pero también de gran parte de los flujos de carbono, oxígeno y nitrógeno en nuestro planeta y, por tanto, de la vida tal y como la conocemos.
Científicos de la Universidad Carlos III de Madrid han analizado el proceso para fijar nitrógeno que utilizan las cianobacterias, microorganismos que producen gran contidad de oxígeno y convierten el nitrógeno en formas utilizables por otros seres vivos. Después, han creado un modelo matemático para ver cómo aparecen patrones en los filamentos de las cianobacterias, y han descubierto que aproximadamente una de cada diez células se dedica a fijar nitrógeno mientras el resto realizan la fotosíntesis.
Al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, el aumento en los niveles de CO2 está haciendo proliferar algunos tipos de microalgas que lo utilizan para crecer más rápidamente. Es el caso de los cocolitóforos, microalgas cubiertas de calcio, que en los últimos 45 años han multiplicado por diez su concentración en el Atlántico Norte. El cambio incontrolado en el jardín oceánico puede repercutir sobre el ciclo del carbono y, en último término, en la industria pesquera.
El lago seco de Atacama, en Chile. En el horizonte, el volcán Licancabur / Francisco Mocellin