Nuestro planeta alberga alrededor de un 14 % más de especies arbóreas de las que se creía anteriormente. Un tercio de ellas son escasas, con una población restringida tanto en número como en superficie. Este es uno de los resultados de la primera estimación de su riqueza a escala mundial.
Una investigación liderada por científicos de la Universidad Rey Juan Carlos describe cientos de especies de escarabajos, mariposas o avispas, entre otros, que comen partes de este árbol.
La actividad incendiaria es tan compleja que no existe una única forma de gestión exitosa. Desde el Centro de Investigación Forestal de Lourizán, la investigadora Cristina Fernández analiza cómo reducir el riesgo y mejorar la capacidad de recuperación de los paisajes ya quemados.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han desarrollado un algoritmo sencillo para elaborar mapas de la estructura de la vegetación y cambios en el bosque, lo que ayuda a determinar el riesgo de incendios. Para realizar el estudio se han utilizado datos LIDAR, obtenidos desde el aire con tecnología láser.
Por primera vez se ha revisado la evidencia científica sobre cómo afecta al riesgo de incendio y los servicios ecosistémicos de los bosques mediterráneos el aumento o recesión de la temperatura de 2 ºC respecto a niveles preindustriales.
Los fuegos forestales suelen desaparecer con las lluvias y la nieve durante el invierno, pero algunos permanecen agazapados bajo los suelos turbosos de Alaska y Canadá, resurgiendo de nuevo en la primavera siguiente para prender más árboles. El cambio climático parece aumentar la frecuencia de este raro fenómeno, según los científicos que lo han analizado.
Un equipo internacional de investigadores ha identificado los principales factores de vulnerabilidad a la crisis climática de los bosques europeos. Los datos aportados por los algoritmos contribuyen a mejorar la gestión de dichos ecosistemas naturales.
En los últimos años el área boscosa europea destinada a la silvicultura ha aumentado un 49 %, a la vez que se ha elevado un 69 % su pérdida o aprovechamiento de biomasa, según los datos recogidos por Landsat. Este incremento puede alterar la capacidad de absorción de carbono en la UE y sus planes para combatir la crisis climática.
A pesar de que aumente el dióxido de carbono en la atmósfera, los bosques maduros, limitados en nutrientes, no lo absorberán, según un nuevo estudio. Los árboles adultos no solo no acumularán más carbono, sino que lo devolverán a la atmósfera. Este hallazgo demuestra que la única estrategia para limitar el cambio climático es reducir las emisiones de gases de efectos invernadero.
Además del ganado de pastoreo, las termitas, los elefantes y las aves de corral son capaces de reducir las posibilidades de un fuego forestal a través de su alimentación, sus huellas o al construir sus nidos.