Científicos del El Instituto de Biomedicina de Valencia, del CSIC, han descrito un sistema que permite a los los virus de las bacterias alternar entre multiplicarse o la latencia, y que se relaciona con su capacidad de comunicación.
Un estudio del Instituto de Salud Carlos III y del CSIC confirma que mutaciones en esta enzima, que regula la topología del ADN bacteriano, es la diana molecular de un nuevo compuesto antimicrobiano que se muestra eficaz frente a varios patógenos respiratorios humanos.
La spin-off RemAb Therapeutics del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge ha recibido la autorización de la Agencia Española del Medicamento para iniciar los ensayos clínicos con un fármaco de nueva generación. El medicamento permite suprimir por primera vez anticuerpos concretos dentro del cuerpo humano.
Algunas enfermedades, el abuso de antibióticos y dietas poco saludables reducen la abundancia y supervivencia de las bacterias que favorecen nuestra salud. El desafío consiste en descifrar las interacciones entre las bacterias y nuestro cuerpo a fin de poder cultivar esos microorganismos beneficiosos para reponerlos a través de suplementos de nueva generación.
Un equipo de la estación experimental del Zaidín-CSIC han estudiado la evolución de las comunidades microbianas existentes en bosques mediterráneos afectados por incendios. La zona de investigación ha sido Lanjarón, en el Parque Natural y Nacional de Sierra Nevada, que sufrió un gran fuego en 2005.
Un equipo internacional, en el que participan científicos españoles, ha detectado en nudibranquios una bacteria simbiótica con genes para producir moléculas, que podrían servir para desarrollar medicamentos.
Biólogos de EE UU han analizado cómo evolucionan algunas células sintéticas con tan solo 493 genes, el genoma mínimo más pequeño conocido de cualquier organismo de vida libre. Los resultados demuestran que la selección natural puede aumentar rápidamente la eficacia biológica de los organismos autónomos más simples.
Un grupo internacional de científicos revela cómo los microorganismos en la zona mesopelágica, incluso bajo la capa de hielo de la Antártida, tienen la capacidad de utilizar compuestos de azufre inorgánico como única fuente de energía para capturar dióxido de carbono. El artículo que se publica en Nature Microbiology aporta nueva información sobre el proceso de fijación de carbono en capas adonde no llega la luz solar.
El jurado destaca la contribución de estos tres científicos a los enfoques que reconocen el papel imprescindible de las comunidades de microorganismos en la vida sobre la Tierra. Gordon es un investigador pionero en el estudio del microbioma humano, mientras Bassler y Greenberg han demostrado la importancia de la comunicación entre bacterias y su papel en las infecciones.
La Universidad de Oviedo ha liderado el estudio más detallado hasta la fecha de las comunidades microbianas de la llamada zona de exclusión. El trabajo registra los mismos valores de riqueza microorgánica en los humedales muestreados dentro y fuera de esta zona, que abarca 30 km alrededor del lugar del accidente nuclear.