Estas emisiones están alcanzando niveles récord debido a las quemas forestales de la región amazónica. La columna de humo se extiende desde Ecuador hasta São Paulo.
Un equipo internacional de científicos, en el que participan biólogos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), la ha dado a conocer bajo el nombre de Serrasalmus magallanesi. Este hallazgo subraya la importancia de continuar investigando la ictiofauna de la región para su adecuada conservación.
La actual sequía en la Amazonía puede ser histórica y extenderse hasta enero. Es la mayor reserva de agua dulce del mundo, pero sus ríos están en niveles mínimos.
El seguimiento de la ecolocalización, que es el sonido que emiten animales como los cetáceos para orientarse, se puede utilizar para rastrear los movimientos de delfines de agua dulce que habitan en zonas inaccesibles de la cuenca del Amazonas. Esto es lo que ha hecho un equipo del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña. Los resultados se han publicado en la revista Scientific Reports.
La falta de agua en la cuenca amazónica se está viendo agravada por el cambio climático, la deforestación y la agroganadería intensiva. Según un estudio reciente en el que han participado científicos españoles, algunas especies están al límite de su capacidad de adaptación, lo que reduce su potencial para almacenar carbono.
Investigadores del Instituto de Biología Evolutiva y otros centros internacionales han descrito una variante genética que confiere resistencia a la infección de Chagas en habitantes amazónicos. Es el primer estudio que demuestra que los humanos que habitaban América sufrieron selección natural a causa de un patógeno: el parásito Trypanosoma cruzi.
Un estudio científico identifica la cuenca del Mediterráneo, Asia del Sur o las costas occidentales de Centroamérica y Norteamérica como las zonas con mayor riesgo de perder su capacidad para absorber CO2. En la región mediterránea, los cambios abruptos podrían convertir algunos bosques en matorrales.
En unas tres cuartas partes de la Amazonia, la capacidad de recuperación de los bosques ante las perturbaciones ha disminuido desde principios de la década de 2000, lo que los científicos consideran una señal de alarma.