Aunque es originaria del sur de Francia, esta variedad de uva hoy es sinónimo de Argentina. Científicos locales estudian su diversidad genética, los efectos de la radiación ultravioleta y las enigmáticas interacciones entre las plantas, el suelo y demás factores ambientales, para ayudar a su adaptación al cambio climático y la conservación de sus sabores tradicionales.
Científicos del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio) y otros centros internacionales han conseguido completar las versiones 4 y 5 del genoma de referencia de la vid (Vitis vinifera), donde se encuentran genes relacionados con la respuesta al estrés por plagas o por la falta de agua. Este hito ayudará a diseñar el viñedo del futuro.
Un equipo científico con participación española ha secuenciado el ADN de semillas de uva antiguas, halladas en el sur de Francia, para trazar el árbol familiar de viñas antiguas y modernas. Muchos de los vinos que ahora consumimos en Europa son descendientes de variedades que tienen cientos de años.
La producción del biocombustible de aceite de pepita de uva y bioetanol, ambas materias obtenidas durante el proceso de producción del vino, podría alcanzar alrededor de 20 kilotoneladas, cerca del 2 % del biocombustible consumido actualmente en España. Esta es una de las conclusiones que se desprenden de un estudio que propone un nuevo método para elaborar biocombustibles a partir de los residuos de la industria del vino.
La península ibérica es una de las zonas que tendrá que hacer un mayor esfuerzo para adaptar su producción vitivinícola a los nuevos escenarios climáticos. Así lo confirma un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid que asegura que, a pesar de todo, el impacto será reducido.
Investigadores de la Universidad de Córdoba han confirmado que el kaempferol, una sustancia presente en vegetales como la uva o el brócoli, mejora la producción de la coenzima Q, que promueve la regeneración celular. El estudio abre las puertas a nuevas investigaciones para paliar enfermedades causadas por la deficiencia de esta coenzima, que afectan a órganos como el riñón.
Una investigación de la Universitat Rovira i Virgili ha demostrado, por primera vez, que los polifenoles de la uva restablecen el mecanismo de control que el cerebro tiene sobre el apetito y que se encuentra alterado por la obesidad. El estudio concluyó que incluir estos fenoles en la dieta de las personas afectadas puede ser una buena estrategia para reducir el apetito y el exceso de grasa corporal, como complemento de otras terapias.
Investigadores del instituto andaluz IFAPA y la Universidad de Burdeos han confirmado que la exposición de radiación ultravioleta sobre la planta de la uva de mesa, durante los tres días previos a la vendimia, aumenta su proporción de estilbenos. Estos compuestos antioxidantes aparecen en el fruto y están implicados en los procesos de defensa de las vides.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid estudian los efectos del cambio climático en los viñedos españoles y proponen la adopción de estrategias de adaptación de los cultivos para continuar siendo competitivos en el mercado internacional de los vinos de alta gama.
Investigadores de la Universidad de Sevilla han desarrollado una técnica para determinar las sustancias fenólicas del residuo o bagajo de la uva blanca mediante imágenes hiperespectrales infrarrojas, proporcionando información de forma rápida, segura y no destructiva. Las imágenes permiten predecir los compuestos que forman la composición fenólica de los subproductos.