Científicos estadounidenses vaticinan que en 2100 la temperatura media de nuestro planeta habrá aumentado 3,2 °C. Según sus estimaciones, tan solo hay un 5% de posibilidades de que, como establece el Acuerdo de París, la temperatura de la Tierra no se eleve más de 2 °C a finales de siglo. La rapidez con la que se reduzcan las emisiones de carbono en las distintas actividades económicas será crucial para determinar el calor del futuro.
Científicos de la Universidad de Granada han desarrollado un sensor óptico, más barato y fácil de usar que otros del mercado, que aumenta la calidad del proceso de fabricación de la cerveza. El dispositivo está basado en nanotecnología y determina la presencia de la amina biógena triptamina, un compuesto que garantiza la calidad de esta bebida.
Investigadores de la Universidad de Córdoba han confirmado que el kaempferol, una sustancia presente en vegetales como la uva o el brócoli, mejora la producción de la coenzima Q, que promueve la regeneración celular. El estudio abre las puertas a nuevas investigaciones para paliar enfermedades causadas por la deficiencia de esta coenzima, que afectan a órganos como el riñón.
Investigadores de las universidades Autónoma de Barcelona y Erasmo de Rotterdam han valorado el impacto ambiental de los vertidos procedentes de la extracción petrolera en ríos peruanos de las cabeceras del Amazonas. Los científicos estiman que en los últimos años se han vertido en ellos una media de 5 toneladas de plomo y 3,7 millones toneladas de sal, lo que ha incrementado la salinidad del Amazonas en un 30%.
Un equipo internacional de científicos ha revisado los datos de los últimos 40 años sobre la fertilidad masculina. Los resultados revelan que la concentración espermática ha disminuido en un 52,4% en hombres de América del Norte, Europa, Australia y Nueva Zelanda, y en los últimos años la tendencia no ha mostrado signos de estabilización. Sin embargo, en hombres de América del Sur, Asia y África no se ha observado reducción.
Las fuentes situadas junto al Museo del Prado están construidas con una roca sedimentaria repleta de conchas de gasterópodos de la época de los dinosaurios. Estos fósiles han permitido descubrir la procedencia de la piedra: unas canteras olvidadas de la localidad madrileña de Redueña, de donde también salió material de construcción para la fuente de Apolo y el Palacio de las Cortes.