Psiquiatras, psicólogos y pediatras advierten del gran incremento de los trastornos de ansiedad en niños y jóvenes. Detrás está un cambio drástico en la forma de vivir la infancia y la adolescencia influenciado por el uso de pantallas y plataformas como TikTok e Instagram.
Un estudio ha analizado los mensajes difundidos sobre esta enfermedad en las redes sociales X y Weibo. Según sus resultados, aunque la desinformación y los engaños son generalizados, el contenido basado en evidencia científica genera más compromiso por parte de los usuarios.
El uso abusivo de las redes sociales —sobre todo entre los más jóvenes—, la autoexigencia personal o la falta de estrategias para afrontar el estrés, son algunos de los factores que pueden desembocar en una depresión. El psiquiatra José M. Montes advierte de la necesidad de mejorar el acceso al tratamiento de esta enfermedad, cada vez más prevalente.
Además de espacios de comunicación, desinformación y controversias, las redes sociales se han convertido con los años en gigantes cementerios donde millones de usuarios se cruzan con cada vez más cuentas de fallecidos. Una nueva corriente de filósofos, sociólogos y antropólogos exploran este complejo fenómeno.
Un equipo de investigación español ha estudiado 234 partidos políticos de todos los estados miembros de la Unión Europea y Reino Unido. Los resultados muestran el posicionamiento ideológico de cada país de 2019 a 2021.
Las redes sociales han jugado un papel crucial durante la crisis por la covid-19. Mientras que en ellas algunos científicos y científicas han divulgado su trabajo, otros perfiles las han aprovechado en beneficio propio, generando desinformación y crispación. Los debates en abierto deberían ser útiles, pero las dinámicas polarizadoras de las redes pueden socavar la confianza del público hacia la ciencia.
Uno de cada tres científicos que han participado en una encuesta llevada a cabo por el equipo de redacción de la revista han sufrido intimidación por hablar sobre la pandemia. La mayoría de ellos recibieron dicho acoso a través de Twitter o por correo electrónico.
Cuando parecía que la desigualdad digital entre ricos y pobres podría reducirse, aparece una nueva brecha: la de uso. Un estudio, basado en datos agregados anónimos de móviles, muestra que en las zonas ricas tienden a informarse a través de medios tradicionales online, en tanto que en las de menos recursos recurren más a redes como Facebook y plataformas como YouTube, conocidas por propagar desinformación y bulos.
Un nuevo estudio describe la desigualdad en el tratamiento informativo de mujeres, personas discapacitadas y disciplinas minoritarias en los perfiles en Twitter de cuatro medios públicos europeos. La principal conclusión es que la diversidad en materia de género es escasa.
La presencia de solo un 1 % de personas acríticas o de bots que propagan un rumor de forma automática hace que este circule más rápido: el tiempo se puede reducir en un 20 % para alcanzar a la mitad de la población conectada a una red social como Whatsapp. Es uno de los resultados del estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y otros centros considerando la polarización de los individuos en la difusión de noticias.