Científicos de varias universidades han diseñado un sistema para medir el grado de información que maneja el cerebro en distintos estados: vigilia, sueño, anestesia y coma. Su método podría ser útil para evaluar a pacientes con lesiones neurológicas que están totalmente desconectados del entorno.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han colaborado en la clasificación y nomenclatura de las neuronas del cerebro. El trabajo, publicado la revista Nature Reviews Neuroscience, subraya la urgente necesidad de una nomenclatura clara y útil para la comunidad de neurocientíficos.
Un tipo de neuronas sin mielina y muy ramificadas son las responsables de detectar las caricias en ratones, según un estudio desarrollado en EE UU que aparece esta semana en la portada de la revista Nature. La investigación revela que estas células generan una sensación placentera al activarse.
¿Han intentado alguna vez cazar una mosca con la mano? ¿O parar un remate como lo hace Víctor Valdés? Ambas cosas son difíciles. La mosca tiene neuronas especializadas que detectan objetos que se acercan, y generan un reflejo. Muchas especies, como por ejemplo insectos, pájaros o mamíferos, tienen este tipo de neuronas. Los humanos también las tenemos para evitar colisiones o coger objetos en movimiento como pelotas de fútbol. A pesar de que estas neuronas cumplen las mismas funciones, no estaba claro si funcionaban del mismo modo en especies diferentes.
El gen ‘Robo1’ frena la expansión de los axones cuando se aproxima a su destino en la corteza cerebral. El hallazgo, publicado en la revista Nature Neuroscience, ayudará a comprender la naturaleza de enfermedades como la epilepsia y la esquizofrenia.
Todas las culturas humanas sienten con la música. Las regiones del cerebro implicadas en el reconocimiento de la melodía y el ritmo están fuertemente conectadas con el sistema límbico, que rige las emociones. Los científicos creen que la música ha estado implicada en la evolución de las relaciones afectivas y que lo que nos gusta de las melodías tristes es que, en realidad, nos hacen sentir bien.
Un equipo del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa ha establecido la relación existente entre dos mecanismos neuronales asociados al daño cerebral agudo: la pérdida de colesterol en la membrana neuronal y la hiperestimulación sináptica. Este conocimiento supone un avance que podría ser útil en el tratamiento de traumatismos craneoencefálicos, infarto cerebral, epilepsia y alzhéimer.
Un nuevo estudio revela evidencias concluyentes en moscas y ratones sobre los efectos nocivos de la acumulación de cadenas de glucosa (glucógeno) en neuronas. El trabajo sirve para continuar la investigación de la epilepsia de Lafora y otras patologías neurodegenerativas donde se observan cúmulos de glucógeno en neuronas.
La Pridopidina parece corregir un amplio rango de trastornos del movimiento, como la akinesia y la distonía, característicos de las personas que padecen la enfermedad de Huntington. Este nuevo tratamiento tiene un impacto directo en la calidad de vida y la salud de todos los pacientes de este trastorno neurodegenerativo, que afecta a más de 4.000 personas en España, 50.000 en Europa y más de 30.000 en EE UU.
Científicos del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl) de la Universidad de Salamanca trabajan con ratones modificados genéticamente que sufren ataxia cerebelosa, una enfermedad que tanto en animales como en seres humanos impide controlar adecuadamente los movimientos. Su línea de investigación se centra en probar los efectos de trasplantar médula ósea de roedores sanos a enfermos y los resultados indican que existe una recuperación de algunas funciones, aunque es necesario seguir investigando porque los científicos aún desconocen los mecanismos por los que esto sucede.