Estos galardones han distinguido a la ingeniera Nuria Oliver, a la astrofísica Licia Verde, al economista Antonio Cabrales, al biólogo molecular Eduard Batllé, al biólogo Fernando Valladares y al empresario Benito Jiménez Cambra.
Investigadores de España han desarrollado un algoritmo para analizar las situaciones y nubes convectivas en el mayor aeropuerto del país. El sistema, basado en datos históricos y técnicas de inteligencia artificial, ofrece predicciones sobre estos fenómenos adversos con 12 horas de antelación, lo que podría ayudar a los controladores aéreos en la toma de decisiones.
Una nueva interfaz cerebro-ordenador permite a personas con parálisis convertir el pensamiento de estar escribiendo con la mano en un texto visible en una pantalla. El sistema, desarrollado por científicos de EE UU, consigue una rapidez similar a la de teclear en un smartphone.
Investigadores de la Politécnica de Valencia han desarrollado VineScout, un robot autónomo equipado con sensores y visión artificial que estima las necesidades hídricas y otros parámetros de la vid. Con su ayuda, el viticultor puede optimizar el riego y planificar la vendimia de forma más eficiente.
Dos investigadoras españolas han realizado varios experimentos para demostrar cómo la IA puede influir en decisiones tan importantes como elegir candidatos políticos o buscar citas románticas. Todo ello, pese a haber usado un algoritmo ficticio.
Combinado experimentos con ratones en el laboratorio y modelos de aprendizaje automático, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y otros centros internacionales han analizado los efectores proteicos que permiten a las bacterias patógenas esquivar el sistema inmune y cómo este responde.
Las técnicas de optimización basadas en el comportamiento de las hormigas se suelen centrar en la forma en que estos insectos encuentran el camino más corto, pero científicos del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC también se han fijado en cómo algunas especies marcan los lugares por los que no hay que pasar. Los resultados se pueden aplicar para resolver problemas de logística o búsqueda de fármacos.
Entre los avances más importantes de este año de pandemia se encuentran desde la esperanza que han traído las vacunas contra la covid-19, hasta las voces que demandan y aplauden la diversidad racial en la academia, pasando por la inteligencia de las aves y la pintura figurativa más antigua del mundo.
El programa de inteligencia artificial AlphaFold de Google ha provocado un terremoto en la ciencia al dar soluciones correctas a un problema legendario: predecir la estructura proteica conociendo solo su secuencia de piezas químicas. Los investigadores del área, asombrados, hablan de implicaciones “revolucionarias” para la biomedicina y la creación de fármacos. Pero ¿está realmente resuelto?
Ante situaciones imprevistas que requieren decidir de forma inmediata y eficaz, el cerebro convierte esa escena dinámica en un fotograma, una imagen estática que le permite entender la realidad cambiante, eliminando el tiempo y dejando solo el espacio. Una investigación liderada desde la Universidad Complutense de Madrid lo ha comprobado con la ayuda de más de 400 voluntarios y un juego de ordenador.