Hace 110 millones de años, en plena era de dinosaurios, un grupo de insectos que transportaba polen quedó atrapado en gotas de resina. Eran cuatro hembras de tisanópteros —o trips—, con el cuerpo recubierto de granos de polen, que se han conservado hasta ahora en una pieza de ámbar de Álava. Se trata de la evidencia de polinización más antigua conocida hasta hoy, y la única del Mesozoico (hace entre 250 y 65 millones de años).
Un reciente estudio plantea que diversificación de las telarañas se debe a la necesidad de ocupar nuevos hábitats naturales como troncos, tallos u hojas y de explotar los recursos de un modo más eficiente. Este dato difiere de la hipótesis que defiende de la expansión de sus presas y de las plantas con flor como principal motivo del cambio.
El Proyecto del Genoma de los 5.000 insectos mejorará el conocimiento de la biología de estos animales para poder transformar la capacidad de aquellos que ponen en riesgo la salud humana, el suministro de alimentos y la seguridad económica. Así lo recoge una entrevista a cuatro de los diez miembros del grupo en American Entomologist.
En una carta dirigida al periódico El Mundo y a la editorial RBA, el colectivo de entomólogos muestra su disconformidad con la colección dominical “Bichos”. Según la Asociación española de Entomología (AeE), esta edición representa una enorme contradicción. Los esfuerzos a favor del medio ambiente y de respecto hacia los seres vivos promovidos desde todas las organizaciones se desentienden con este tipo de iniciativas.
Plecóptero. Foto: Juan Pérez Contreras
Primerísimo plano de la abeja Megalopta, con sus ojos de visión nocturna.
La revista Science publica esta semana el trabajo ganador del premio internacional de ciencia Eppendorf 2009 en Neurobiología. El estudio demuestra los mecanismos moleculares de la detección de olores por parte de los insectos, un hecho que podría tener aplicaciones en el control de enfermedades transmitidas por los insectos.
Mecanismos moleculares de detección de olores en mamíferos e insectos.