Un equipo de científicos, liderado por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, ha identificado las primeras evidencias culturales fuera de África atribuidas a los humanos anatómicamente modernos. Se trata de un conjunto de herramientas de piedra, de una antigüedad de hasta 54.000 años, encontradas en la cueva de Kaldar (Irán). Han hallado herramientas de piedra asociadas a restos faunísticos en un nivel datado por Carbono 14 entre 36.000 y 54.000 años de antigüedad.
Un estudio experimental ha sometido a un grupo de 541 voluntarios a cien dilemas sociales para observar su actitud a la hora de cooperar con el compañero, entrar en conflicto o traicionarlo. Después, un algoritmo computacional ha clasificado sus conductas. El 90% de los participantes encajaron en cuatro clases de carácter. El de los envidiosos es el grupo más numeroso, con un 30% frente al 20% de cada uno de los restantes.
Los científicos ya sabían que el ADN de los neandertales se encuentra en todas las poblaciones no africanas de los humanos de hoy en día. Un estudio revela ahora que los habitantes de Melanesia, en Oceanía, albergan en su genoma entre el 1,9% y el 3,4% de herencia procedente de los denisovanos, otra especie extinta de Homo de la que solo se conservan restos de un individuo hallado en Siberia.
Están por todas partes y, sin embargo, los dinosaurios no nos dan miedo. Hace años que se sabe que no se extinguieron del todo, ya que las aves son un grupo de terópodos que sobrevivió a la crisis de hace 66 millones de años. La nueva producción de Pixar, que se estrena esta semana, imagina cómo habría sido el mundo si los dinosaurios –no aviarios– siguieran poblando la Tierra. Paleontólogos españoles reflexionan sobre esa hipótesis de ciencia ficción.
El proyecto 1.000 Genomas ha llegado a su fase final. Dos estudios publicados en la revista Nature, uno de ellos con participación española, proporcionan una visión completa de la variación genética humana en poblaciones de los cinco continentes.
La cara de un chimpancé es bastante diferente a la de un ser humano, a pesar del hecho de que los primeros son nuestros parientes más cercanos en el árbol de primates. Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (EE UU) han identificado cómo podrían surgir esas distinciones estructurales en dos especies con bases genéticas casi idénticas. La clave está en cuánto, cuándo y dónde se expresan dichos genes.
Gracias a los sonidos que emiten los delfines mulares bajo el mar para localizar a sus presas, un equipo de científicos, con la participación de la Universidad Complutense de Madrid, ha medido su presencia en siete áreas marinas protegidas de la costa mediterránea española. Los resultados indican que el buceo y las embarcaciones de recreo ahuyentan a los cetáceos. Sin embargo, no lo hacen ni la pesca de arrastre ni las piscifactorías, ya que favorecen la captura de alimento.
Una investigación canadiense revela una nueva visión detrás de las extinciones generalizadas de fauna: el superdepredador humano, que da prioridad a los beneficios a corto plazo, y provoca cambios extremos en las cadenas de alimentación de todo el mundo. Según los científicos, los humanos tienden a cazar adultos de otras especies en índices hasta 14 veces superiores a otros depredadores, con una explotación particularmente intensa de carnívoros terrestres y peces.
El cráneo moderno (izquierda) tiene mentón, a diferencia de uno de neandertal (derecha). / Tim Schoon, Universidad de Iowa
La revista Nature publica esta semana la secuenciación del genoma del ‘Hombre de Ust-Ishim’ un varón anatómicamente moderno, que vivió en Siberia hace 45.000 años, antes de la separación de las poblaciones de Eurasia occidental y oriental. El análisis genético indica que humanos modernos y neandertales se cruzaron hace entre 50.000 y 60.000 años.