Un equipo de astrónomos ha podido observar directamente dos galaxias parecidas a lo que fue la Vía Láctea hace millones de años, cuando el universo tenía un 8% de su edad actual. El descubrimiento ha sido posible gracias a la luz de cuásares situados detrás y a la gran sensibilidad del telescopio ALMA, que ha permitido detectar los enormes halos de gas y polvo de estas jóvenes galaxias.
En las galaxias espirales que vemos en la actualidad domina la misteriosa materia oscura, que hace girar más rápido sus brazos externos, pero en las de hace 10.000 millones de años no ocurría así y era la materia ‘normal’ la predominante. Los astrónomos han obtenido este sorprendente resultado al observar galaxias muy antiguas y distantes, y sugieren que la materia oscura tuvo menos influencia en el universo temprano que en el actual.
Las galaxias primigenias datan de las 'edades oscuras', un periodo cosmológico con objetos difíciles de observar por la presencia del hidrógeno neutro, un gas que aumenta la opacidad del medio. Pero ahora se han encontrado galaxias análogas, de un tiempo algo posterior, aunque con las mismas características que las primigenias, lo que ha permitido estudiar el proceso en detalle.
La materia oscura podría ser menos grumosa de lo que indicaban hasta ahora los datos del satélite Planck de la Agencia Espacial Europea, es decir, más uniforme de lo que se pensaba. Así lo reflejan los resultados del sondeo KiDS, donde se ha analizado a gran escala cómo la luz de unos quince millones de galaxias se ven afectadas por la influencia gravitacional de la materia.
Las mayores galaxias que existen en el universo, esferas gigantes repletas de estrellas, parecen surgir en los océanos cósmicos de gas frío. Así lo sugiere un estudio internacional liderado desde el Centro de Astrobiología, en Madrid. Sus resultados señalan que la formación de supergalaxias en el universo primitivo es un proceso diferente al conocido para el universo más cercano.
En Cerro Paranal las estrellas no parpadean. La inmovilidad de las luminarias ofrece una extraña visión. Pero la sensación de rareza enseguida queda eclipsada por el deslumbrón de la Vía Láctea, el arco luminoso que cruza la bóveda celeste con una nitidez increíble a ojos desnudos. Allí se divisan los mejores cielos visibles desde la Tierra. Acompañados por una científica del Observatorio Europeo Austral, buque insignia de la ciencia del viejo continente, nos adentramos en el desierto chileno, que alojará el 70% de la capacidad mundial de observación astronómica.
El número de galaxias de nuestro universo es de al menos dos billones, lo que supone diez veces más que los hasta 200 mil millones de galaxias estimados hasta ahora. Los nuevos resultados, obtenidos con los datos del Hubble y otros telescopios, también han servido a los astrónomos para ofrecer una respuesta a por qué el cielo nocturno es oscuro.
Un equipo internacional de astrónomos del Observatorio Europeo Austral ha descubierto la verdadera naturaleza de un extraño objeto del universo distante llamado “mancha Lyman-Alfa”, situado a 11.500 millones de años luz de la Tierra. Hasta ahora, los científicos no entendían qué mecanismo hacía que estas enormes nubes de gas brillaran tanto, pero el telescopio ALMA ha detectado dos galaxias en su corazón.
Mrk1018, un agujero negro supermasivo situado en el corazón de una galaxia lejana, ha cambiado de apariencia por segunda vez en treinta años. Un estudio acaba de demostrar que su último cambio se debe a la escasez de materia en el entorno del agujero negro. Sin gas que absorber, el brillo del agujero negro desciende.
Científicos del proyecto internacional SDSS-III han elaborado un mapa tridimensional de 1,2 millones de galaxias para comprender las misteriosas propiedades de la energía oscura y sus efectos en la aceleración de la expansión del universo. Desde España han participado el Instituto de Astrofísica de Canarias, el Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona y el Instituto de Física Teórica, en Madrid.