De todas las personas que pidieron excedencias para cuidar a sus familiares en 2017, menos del 10% eran hombres. Tan solo un 4% de los padres reduce su jornada laboral para ocuparse de sus hijos, frente al 25% de las madres. ¿Por qué ellos dedican menos tiempo a cuidar? ¿Qué consecuencias tiene sobre las carreras profesionales de las mujeres? ¿Y sobre la educación de las nuevas generaciones? ¿Hay alguna esperanza de que esta desigualdad cambie?
Los números muestran que las investigadoras publican menos, obtienen menos financiación y progresan menos en su carrera. Sin embargo, hay quienes siguen pensando que la brecha de género es una construcción ideológica. El primer paso para solucionar el problema es creer que existe, algo más difícil de lo que parece entre parte de la comunidad científica.
El 11 de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el que se busca visibilizar el trabajo de las mujeres en este ámbito y fomentar la cultura científica entre las jóvenes. Organizaciones profesionales, fabricantes de juguetes y hasta Barrio Sésamo trabajan para que el viejo estereotipo del físico despistado o el ingeniero excéntrico deje paso a nuevos modelos femeninos.
El pasado 9 de enero, cien intelectuales francesas se oponían al movimiento #MeToo, se quejaban de un nuevo “puritanismo” feminista y defendían la libertad de los hombres a importunar a las mujeres con el flirteo. Días después, una de sus firmantes, la actriz Catherine Deneuve, ya ha pedido disculpas a las víctimas de abusos. El manifiesto ha generado un intenso debate social sobre la línea que separa la seducción del acoso, una diferencia que está bien analizada por los estudios de género: el acoso sexual es, sobre todo, un ejercicio de poder.
Cerca de 50 científicas de todo el mundo han participado en el programaHiddenNoMore organizado por el Departamento de Estado de EE UU para fomentar el liderazgo de las mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). La española Lola Martínez, científica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, ha participado en este “viaje inolvidable” donde ha conocido las historias duras y de superación de muchas de sus compañeras.
Expertos de la Universidad de Sevilla han demostrado que más una de cada cuatro adolescentes tiene dificultades para reconocer determinadas situaciones de maltrato en sus relaciones sentimentales. Tras encuestar a unos 4.500 estudiantes de entre 15 y 26 años, esta investigación refleja que hay actitudes sexistas como la violencia por desapego (indiferencia y descortesía hacia la pareja) que los jóvenes no identifican como casos de humillación, pese a ser una de las más empleadas.
Un nuevo estudio desmonta los prejuicios que sufren las víctimas de violación. Investigadores de la Universidad de Málaga han analizado cómo gran parte de la sociedad culpabiliza a la víctima por influencia de una cultura del honor basada en la fidelidad femenina y en la importancia de una buena reputación. Ser conscientes de este entramado ideológico es importante para desarrollar programas de prevención.
“La humanidad es la especie más estúpida: es la única donde los machos matan a sus hembras”, dijo Françoise Heritier. Esta semana ha muerto la etnóloga francesa, que probó que la violencia de género no responde a ninguna ferocidad natural, sino a un exceso de cultura patriarcal.
Un 27,4% de los jóvenes de entre 15 y 29 años en España cree que la violencia de género es una conducta normal en una pareja y el 31,5% opina que el problema aumenta por culpa de la población inmigrante. Además, el 21,2% considera que es un tema politizado que se exagera. Estos son algunos de los datos destacados del Barómetro 2017 de ProyectoScopio, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud.