Hace años era muy sencillo conocer el origen de los alimentos que consumíamos. Podíamos saber dónde pastaban las vacas, quién mataba el ganado que comprábamos, cómo se fabricaba el queso o con qué uvas se hacía el vino. Sin embargo, el auge de las grandes superficies y la exportación de los productos impide en la actualidad que los consumidores conozcan no sólo el origen de sus alimentos sino los procesos a los que son sometidos desde la granja hasta la mesa, con la consecuente merma de confianza del consumidor en los alimentos que compra.