Para una persona de edad avanzada interpretar de forma correcta la expresión facial de su interlocutor no es una tarea sencilla, algo que se complica si este gesticula o le habla a la vez. La pérdida de habilidades cognitivas explica esta merma en sus capacidades, que no experimentan los jóvenes, tal y como revela un estudio en el que participan la Universidad Complutense de Madrid y la UNED.
Tener una vida social activa y positiva es una tarea esencial para los humanos que, en las últimas etapas de la vida, se vuelve más selectiva. Un nuevo estudio revela que algunos primates, como los monos de Gibraltar (Macaca sylvanus), también restringen sus interacciones con otros animales al hacerse mayores: se relacionan con menos compañeros –sobre todo con los que ya conocen– y no se atreven a descubrir nuevas actividades. A pesar de ello, los macacos más jóvenes se aseguran de que sigan integrados en el grupo.
Investigadores del IRB Barcelona observan en ratones jóvenes que la pérdida de la proteína mitofusina 2 en los músculos acelera el envejecimiento y les causa sarcopenia prematura, similar a las condiciones musculares de ratones viejos. La sarcopenia, o degeneración de masa muscular y pérdida de fuerza asociada, es una de las condiciones más debilitantes de la vejez que no se sabe tratar.
Desde su puesto como profesor de psiquiatría en el King’s College de Londres, el doctor Martin Prince lleva más de 20 años buscando las claves del envejecimiento saludable. Determinar por qué unas personas disfrutan de sus últimos años de vida mejor que otras es uno de los objetivos del proyecto europeo ATHLOS, en el que participa desde hace un año. Hace un par de semanas se reunió en la Universidad Autónoma de Madrid con el resto de investigadores del estudio.
Científicos del CNIO han desarrollado ratones con telómeros más largos de lo normal, menos signos de envejecimiento molecular y una menor incidencia de cáncer. Dichos telómeros hiperlargos no provocaron en los animales efectos fatales a largo plazo. Prescindir de la manipulación genética para alargar los telómeros ofrece una nueva manera de retrasar el envejecimiento sin alterar los genes.
La presbicia es el problema visual más frecuente en los mayores de 40 años. Más de 20 millones de españoles sufren esta afección. Investigadores murcianos demuestran que uno de los músculos del ojo encargados de evitar la presbicia sigue siendo funcional en personas mayores de 80 años. Este descubrimiento acerca a los expertos al tratamiento definitivo para recuperar la capacidad de acomodación del ojo.
El gen MC1R, conocido por ser el que produce el pelo rojo y la piel pálida, es el responsable de que haya gente que parece más joven que otra, aun teniendo la misma edad. Las personas con determinadas variantes de este gen –que también se encarga de reparar daños en el ADN– aparentan de promedio dos años más, según un estudio realizado en Holanda.
Un nuevo estudio, publicado hoy en Nature Communications, ofrece una nueva visión sobre el papel de los antioxidantes en la salud y la longevidad. El trabajo consigue, por primera vez, aumentar de forma global los mecanismos antioxidantes naturales de las células y apunta el uso de fármacos relacionados con la vitamina B3 como posibles vías para retrasar el envejecimiento y enfermedades asociadas.
Investigadores del CNIO han descrito un nuevo tratamiento basado en llevar el gen de la telomerasa a las células de la médula ósea mediante terapia génica, una estrategia para el tratamiento de la anemia aplásica. Los resultados se publican en la revista Blood.
Entre un 25% y un 30% de las mujeres nacidas en la segunda mitad de la década de los 70 del siglo pasado no será madre. Esta infecundidad está asociada al retraso de la edad de la primera maternidad y en las condiciones materiales y conyugales que rodean la decisión de tener hijos entre los 25 y 40 años de edad, según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona. España encabeza el retraso en la maternidad en Europa, siendo la edad del primer hijo de las más elevadas del mundo en la actualidad.