Desde su puesto como profesor de psiquiatría en el King’s College de Londres, el doctor Martin Prince lleva más de 20 años buscando las claves del envejecimiento saludable. Determinar por qué unas personas disfrutan de sus últimos años de vida mejor que otras es uno de los objetivos del proyecto europeo ATHLOS, en el que participa desde hace un año. Hace un par de semanas se reunió en la Universidad Autónoma de Madrid con el resto de investigadores del estudio.
¿Dónde está la frontera que separa a los jóvenes de las personas mayores?
Desde luego que no en un simple número. La edad biológica de una persona nos dice muy poco sobre el desarrollo vital del cuerpo. Aunque la mayoría de las funciones tienden a disminuir poco a poco con el paso del tiempo, a partir de los 70 los patrones de envejecimiento varían mucho, tanto a nivel físico como mental. Esto se debe esencialmente a que cada individuo sigue diferentes trayectorias que favorecen o complican un envejecimiento saludable.
¿Una mayor esperanza de vida está relacionada con un buen envejecimiento?
En general, podemos decir que en los países con altos ingresos, el aumento de la esperanza de vida está muy ligado al envejecimiento saludable. Una persona con más de 70 años hoy en día tiene unas condiciones parecidas a los que tenían los de sexagenarios de hace unas décadas.
¿Es el aumento de la edad media de la población algo positivo para la sociedad?
El envejecimiento de la población es un triunfo del siglo XX pero, a la vez, un importante reto para la salud pública y social del siglo XXI. Las consecuencias de un gran aumento de personas mayores con problemas físicos o dependientes son enormes para cualquier país.
¿Qué retos tiene por delante la medicina para mejorar la vida de una población cada vez más anciana?
Necesitamos incrementar la eficiencia y la eficacia de los servicios sanitarios y sociales, así como mejorar su acceso y cobertura. Al mismo tiempo, hay que garantizar que las personas añaden vida a los años y no solo años a la vida.
¿Cuáles son los objetivos principales del proyecto Trayectorias del Envejecimiento y Salud: Oportunidades y Sinergias (ATHLOS, por sus siglas en inglés)?
Uno de los objetivos de este proyecto europeo es desarrollar un único indicador de envejecimiento saludable, es decir, que podamos trazar un modelo estándar de envejecimiento. De esta manera, se podrían comparar estudios previos que han usado metodologías de lo más variadas. Una vez que desarrollemos esto podremos utilizarlo para buscar las diferencias de evolución entre las diferentes poblaciones y subpoblaciones. También para identificar los factores que se asocian con un envejecimiento más o menos saludable.
En concreto, su campo de trabajo dentro de esta investigación es la búsqueda de factores de desigualdad en el proceso de envejecimiento. ¿Qué responsabilidad pueden tener las políticas públicas en esto?
Hay que tener en cuenta que las condiciones estructurales determinan, en gran medida, las desigualdades en la salud. Por eso, la educación, el género o la posición socieconómica son variables que nos ayudan a trazar una visión más completa del ciclo vital de cada persona. Creemos que nuestros resultados ayudarán a orientar políticas que impactarán positivamente en las nuevas generaciones, que se harán mayores a partir de 2050.
En países con pocos recursos, a falta de instalaciones sanitarias empeora la salud de las personas durante sus últimos años/ Meritxell García
¿Qué se sabe hasta ahora sobre la relación entre el envejecimiento y la posición social?
Investigaciones anteriores ya confirmaron el enorme impacto del desarrollo social y económico en las personas mayores y existen algunas evidencias que demuestran que los ciudadanos de países con altas tasas de igualdad gozan de una mejor salud. La divulgación de los beneficios de un estilo de vida saludable –con una alimentación correcta, practicando ejercicio frecuentemente y reduciendo del consumo de alcohol y drogas– ha paliado la virulencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y otras enfermedades crónicas y ha desempeñado un papel importante en el aumento de la longevidad y de la salud.
Usted lidera, además, un grupo de investigación sobre la incidencia de la demencia en países con ingresos medios y bajos. ¿Cuáles son los problemas que tienen estos países para cuidar de sus mayores?
Nuestras investigaciones indican que la prevalencia de enfermedades crónicas entre las personas mayores en los países de ingresos bajos y medios ya es similar a la observada en los países de altos ingresos. Sin embargo, los recursos humanos y las instalaciones disponibles para tratarlas son mucho más limitados. No existen sistemas estructurados de asistencia social, así que las familias son las responsables del cuidado de sus mayores. Además, la protección social de estas personas está muy limitada en cuestiones como el derecho a una pensión o a un seguro médico adecuado a su discapacidad.
¿Cómo influye la salud mental durante los últimos años de vida?
La demencia y la depresión son algunos de los principales desencadenantes de discapacidad en personas mayores. Como sabemos, el cerebro es un órgano crucial para el mantener una vida independiente, por eso la demencia limita mucho y crea necesidades de cuidado. Se puede vivir bien y envejecer saludablemente teniendo demencia y por eso hay que esforzarse en crear una sociedad más integradora. Nosotros lo denominamos 'comunidad amiga de los dementes' y es un buen ejemplo de envejecimiento saludable. Va mucho más allá de las capacidades funcionales de cada persona, que pueden verse afectadas por el paso del tiempo y las enfermedades. Un entorno favorable crea las condiciones necesarias para que un individuo con demencia u otras patologías asociadas al envejecimiento pueda vivir bien, con una calidad de vida alta.