La pandemia es una oportunidad para que los gobiernos se replanteen el modelo económico y de producción que ha desencadenado una crisis climática. Sin embargo, el G20 sigue destinando un 60 % más a actividades de combustibles fósiles que a inversiones sostenibles. “Vemos el problema a medio y largo plazo, por eso no actuamos como lo hemos hecho con la covid, pero los efectos pueden ser mucho peores.”, asegura Peñuelas, investigador del CSIC.
Los modelos climáticos actuales incluían una hipótesis que indicaba que la biomasa de las plantas y el carbono del suelo aumentarían de forma conjunta a lo largo de este siglo. Ahora, un estudio publicado en Nature asegura que no es así, por lo que plantas y suelo no podrán absorber a la vez más CO2, con consecuencias climáticas.
En un momento tan necesario como el actual, investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia han desarrollado un sistema que, utilizando aire como refrigerante y alimentación eléctrica, mantiene la cadena del frío de las vacunas a temperaturas de hasta -200 ºC. Se puede aplicar en todo tipo de cámaras, desde las pequeñas enchufadas al mechero de una furgoneta hasta los grandes contenedores de barcos y camiones.
Un nuevo estudio revela que el efecto fertilizante que tenía el exceso de CO2 sobre la vegetación está disminuyendo en todo el mundo. La falta de agua y nutrientes puede provocar que los niveles de carbono en la atmósfera suban, que aumenten las temperaturas y que haya cambios en el clima cada vez más graves.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia han ideado un motor para camiones que aúna la tecnología híbrida con la dual diésel-gasolina. De esta forma se reducen un 92 % las emisiones de óxidos de nitrógeno, un 88 % las de hollín y un 15 % las de CO2, respecto al motor diésel, adelantándose así a la exigente normativa anticontaminación europea para 2025.
En un cuarto de siglo (entre 1990 y 2014) las áreas boscosas de Cataluña han sufrido un descenso generalizado de su capacidad de capturar dióxido de carbono. Asimismo, el agua azul, la lluvia que no aprovechan las plantas y llega a los ríos y acuíferos, se ha reducido hasta un 29 %.
Las medidas de confinamiento puestas en marcha por gobiernos de todo el mundo han tenido un efecto global positivo: una reducción de 17 millones de toneladas de CO2 diarias respecto a las 100 que emitíamos el año pasado. Así lo recoge un estudio internacional publicado en la revista Nature Climate Change.
Tras estudiar el cauce seco del río Fluviá, unos científicos se dieron cuenta de que liberaba grandes cantidades de CO2. Para confirmar si este fenómeno se producía en otros ecosistemas de agua dulce al secarse, nació un proyecto con 24 equipos de todo el mundo. Según los investigadores, estas emisiones supondrían un aumento de las estimaciones globales actuales.
El agua se divide en hidrógeno y oxígeno mediante electrolisis, pero si además se añade CO2 a la mezcla se pueden generar compuestos para fabricar textiles, pañales y hasta bebidas espirituosas. Científicos norteamericanos, liderados por un español, han desarrollado un catalizador que acelera esta reacción, a la vez que retira un gas de efecto invernadero.