Muchas ciudades podrían calentarse hasta 4 °C para el año 2100 si las emisiones de gases de efecto invernadero se mantienen en niveles elevados. Naciones Unidas ha presentado durante la Cumbre del Clima de Glasgow un manual que incluye decenas de casos de metrópolis que han implementado medidas para promover una refrigeración urbana sostenible y equitativa con el objetivo de reducir las emisiones y aumentar la resiliencia climática de las zonas urbanas.
Un estudio internacional de científicos, con participación española, ha estimado por primera vez el número de fallecimientos por calor que se pueden asociar a la crisis del clima. España es uno de los países del sur de Europa donde se ha observado mayor calentamiento y donde el 30 % de las muertes por esta causa se debe al cambio climático.
El calentamiento medio en las urbes del mundo en 2100 aumentará entre un 1,9 °C, con emisiones intermedias, y un 4,4 °C con emisiones altas, según un estudio liderado por la Universidad de Illinois (EE UU). Además, se producirá una disminución casi universal de la humedad relativa en las ciudades.
Aunque el confinamiento debido a la covid-19 nos ha hecho mirar al mundo rural y ansiar sus amplios espacios, no ha cambiado las preferencias de los urbanitas. Quizá lo hagan riesgos futuros como nuevas epidemias, desastres naturales y la escasez de recursos.
Epidemiocracia es un libro escrito a cuatro manos por un salubrista, Javier Padilla, y un epidemiólogo, Pedro Gullón. Hablamos con este último de las cartas iniciales con las que contó España a la hora de enfrentarse a la COVID-19, de los fallos de la respuesta inicial y, sobre todo, de cómo debería ser la reconstrucción de nuestro país y su sistema sanitario una vez que todo termine.
Investigadores de la Universidad de Alcalá han desarrollado una metodología para estimar y cartografiar los desechos de cigarrillos en las calles de Madrid. Los resultados señalan que el 73 % de los espacios públicos de la ciudad albergan estos residuos. También identificaron diferencias entre barrios.
Las ciudades han enmudecido y con ellas prácticamente toda actividad humana por la pandemia de COVID-19. Sin tráfico, fábricas, trenes, conciertos ni multitudinarios espectáculos deportivos, solo queda el ruido que emiten las entrañas del planeta. Así los revelan los aparatos instalados en toda la geografía española para medir los terremotos que se producen bajo nuestros pies.
Un equipo del CSIC ha constatado que las partículas ultrafinas, procedentes del tráfico en las ciudades, afectan al control de la presión arterial, uno de los factores de riesgo más importantes de las enfermedades cardiovasculares.
Un equipo internacional con participación española ha estudiado la mortalidad de más de 400 ciudades en 20 países durante tres décadas. Los resultados revelan que la exposición diaria a la contaminación por ozono está detrás del 0,2 % de las muertes. Según los investigadores, esta mortalidad podría reducirse con estándares de la calidad del aire más estrictos.
Un proyecto de la Universidad Politécnica de Madrid estudia la viabilidad de usar drones para supervisar el tráfico, las aglomeraciones, el clima o la contaminación de las urbes.