Gafas utilizada para realizar la resonancia magnética cerebral.
La parte de nuestro cerebro que se encarga de registrar el miedo y el pánico posee un sensor químico integrado que se dispara por un terror primario: el ahogamiento. Un informe publicado hoy en la revista Cell muestra que el aumento de los niveles de ácido que sufre el cerebro de ratones al respirar dióxido de carbono activa los canales detectores de ácido que estimulan el comportamiento propio del miedo. Los sensores químicos de la amígdala participarían, por tanto, en las respuestas al miedo ante estímulos de aversión.
El circuito cerebral del miedo se encuentra situado en la amígdala.
Las personas podrían procesar mientras duermen cualquier cosa que haya sucedido durante el día.
Estos escaneos cerebrales de MRI, tomados con seis meses de diferencia, muestran la progresión de un deterioro cognitivo leve a la enfermedad de Alzheimer.
La voz del profesor se puede perder entre el ruido de fondo y no llegar a los alumnos con este tipo de dislexia.
Células madre modificadas que fueron introducidas en uno de los pacientes del estudio.
Un equipo de investigadores de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) ha publicado recientemente en la edición on-line de Journal of Cognitive Neuroscience un trabajo en el que estudian la plasticidad del cerebro en personas bilingües. Los autores analizaron la adaptación de la variación del habla en un grupo de ciudadanos bilingües del área de Barcelona expuestos a ciertas variantes dialectales en su ámbito natural. El estudio pone de manifiesto que los oyentes aprenden nuevas representaciones léxicas sin tener que cambiar los fonemas preexistentes; que tienen la capacidad discernir entre unas y otras sin problema.
La rata utilizada en el estudio.