Investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá) han descubierto que un solo evento molecular en las células –un pequeño cambio en una proteína llamada PTBP1– podría ser la clave de cómo los humanos han evolucionado para convertirse en el animal más inteligente del planeta.
Los astrocitos, uno de los principales tipos de células cerebrales junto con las neuronas, participan activamente en la coordinación de la actividad cerebral. Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado un estudio liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Estas células podrían desempeñar un papel importante como futuras terapias en enfermedades como el Parkinson o Huntington.
Un estudio internacional, dirigido por el paleoneurólogo Emiliano Bruner del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, recoge las relaciones entre craneología funcional y áreas parietales y establece que el cerebro moldea la forma del cráneo, pero no tanto la extensión de sus huesos. Según el equipo de investigación, a lo largo del desarrollo craneal los lóbulos parietales se "mueven" bajo los huesos de forma independiente.
Reconstrucción del cerebro de Victoriapithecus macinnesi / Fred Spoor (Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology)
Un grupo internacional de científicos ha estudiado en ratones CEP63, un gen mutado en el síndrome de Seckel, una enfermedad rara que causa microcefalia y problemas de crecimiento. Los científicos revirtieron la microcefalia durante el desarrollo embrionario de los ratones eliminando la proteína que causaba la pérdida de células madre. Además, los ratones macho sin CEP63 sufren infertilidad. La relación de esta proteína con la producción de esperma es totalmente nueva.
El análisis con rayos X de la calavera de Victoriaphitecus maccinesi, el fósil más antiguo de los monos del Viejo Mundo, revela que esta especie tenía un cerebro pequeño pero más complejo de lo que se creía, especialmente por el tamaño de su bulbo olfativo. Este hallazgo refuerza la hipótesis de que el cerebro de los primates primero aumentó su complejidad y luego su tamaño.
Los cerebros de las personas con depresión recurrente poseen un hipocampo significativamente más pequeño –la parte del cerebro que se asocia con la formación de nuevos recuerdos– que los individuos sanos. Esta es la conclusión de un nuevo estudio realizado con datos de cerca de 9.000 personas de Europa, EE UU y Australia.
Beber alcohol en exceso en los ratos de ocio, como se hace en los botellones, afecta a las conexiones cerebrales de los adolescentes. Así lo revela un estudio pionero que cuenta con la participación de la Universidad Complutense de Madrid. Estas alteraciones podrían provocar dificultades en la atención y velocidad del procesamiento, problemas de memoria y conductas impulsivas en los jóvenes.
Una pequeña aguja basta para introducir una nueva malla electrónica flexible en cavidades y tejidos de seres vivos. Este sistema, desarrollado por científicos chinos y estadounidenses, ha sido probado con éxito en ratones. Los electrodos de la red fueron capaces de trabajar con las neuronas y permitieron monitorizar la actividad del cerebro.
Científicos del Centro de Regulación Genómica en Barcelona han empezado a mapear los circuitos neurales que se encargan de convertir los estímulos olfativos en respuestas motoras en la larva de la mosca del vinagre. La investigación, que publica esta semana la revista Current Biology, es un primer paso en la búsqueda de las computaciones que hay detrás de la navegación sensorial en un cerebro en miniatura.