Administrar ácido úrico a pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular, combinado con fármacos trombolíticos para disolver los coágulos de la sangre en las primeras horas, reduce las secuelas del ictus o infarto cerebral. Así lo ha demostrado el equipo del Dr. Angel Chamorro, director de la Unidad de Ictus del Hospital Clínic de Barcelona, en laInternational Stroke Conference de la American Stroke Association, celebrada el pasado 12 de febrero en San Diego (California). En un estudio realizado a 421 pacientes de diez hospitales españoles que habían sufrido un ictus agudo, casi el 40% de ellos estaba libre de secuelas a los tres meses del accidente, en comparación con el 33% de los pacientes tratados con placebo, es decir, que sólo habían recibido el tratamiento trombolítico habitual. Las mujeres, los pacientes con elevados niveles de glucosa y los que habían sufrido un ictus leve, respondieron mejor al nuevo tratamiento.
Expertos de la Universidad de Sevilla, del Hospital Universitario Virgen del Rocío y del Instituto de Biomedicina de Sevilla han demostrado que presentar niveles de ácido úrico bajo, así como los factores genéticos asociados a estos niveles, está directamente relacionado con el riesgo de desarrollar enfermedades como el párkinson.
Un equipo de investigación del Servicio de Nefrología del Hospital General de Segovia estudia desde hace años la enfermedad renal crónica (ERC), fundamentalmente en la población anciana, y ha obtenido importantes resultados. Esta patología se caracteriza por la pérdida progresiva de funciones renales, cuando los riñones disminuyen su capacidad de eliminar productos de desecho de la sangre y evacuarlos a través de la orina.