Un equipo de investigación del Servicio de Nefrología del Hospital General de Segovia estudia desde hace años la enfermedad renal crónica (ERC), fundamentalmente en la población anciana, y ha obtenido importantes resultados. Esta patología se caracteriza por la pérdida progresiva de funciones renales, cuando los riñones disminuyen su capacidad de eliminar productos de desecho de la sangre y evacuarlos a través de la orina.
En los últimos años, a raíz de la publicación de las Guías KDOQI (Kidney Disease Outcome Quality Iniciative), se ha establecido una clasificación y una definición de la enfermedad renal crónica o ERC basándose en unos estadios según el nivel de filtrado glomerular, que se considera que debería aplicarse de igual manera a toda la población.
Basándose en estas guías, la prevalencia de ERC es tan elevada, sobre todo en la población anciana, que se ha llegado a considerar una epidemia en los últimos años, de manera que se hace hincapié en el diagnóstico precoz para evitar llegar a la nefropatía terminal, cuando los riñones ya no ejercen las funciones mínimas necesarias para la vida.
Sin embargo, la principal herramienta en la que se basa esta clasificación de ERC es el nivel de filtrado glomerular (el volumen de plasma sanguíneo que filtran los glomérulos del riñón) y algunos profesionales consideran que no es un buen indicador, sobre todo porque se tienen en cuenta los mismos criterios para personas jóvenes y ancianas, de manera que podría haber demasiados casos diagnosticados sin motivo.
Así lo creen el investigador Manuel Heras y su equipo y por eso han desarrollado un seguimiento de un grupo de 80 pacientes a lo largo de cinco años en un intento de encontrar herramientas diagnósticas más adecuadas.
"Nuestra idea es hacer una nueva clasificación de los pacientes (o evitar usar la clasificación actual KDOQI en los ancianos) y no considerar enfermos a personas ancianas que puedan tener un filtrado glomerular disminuido de forma fisiológica y sin presentar otras manifestaciones de enfermedad renal", explica.
De hecho, otros indicadores, como la cantidad de creatinina, una sustancia que se elimina por medio de los riñones, tienen una mejor correlación con otros parámetros de enfermedad renal (hipocalcemia, hiperpotasemia). Según los expertos, cada vez parece más claro que la valoración debe ser individualizada y no a través de fórmulas matemáticas genéricas de estimación del filtrado glomerular.
Parámetro importante
Por otra parte, transcurridos los cinco años de este estudio, que se ha llevado a cabo con pacientes que tenían una media de edad de 83 años, los científicos han relacionado otro parámetro con la mortalidad: el ácido úrico (AU), hasta el punto de que consideran que puede ser un buen marcador pronóstico en esta patología. De los 80 pacientes, que habían sido seleccionados en las consultas de geriatría y nefrología, 39 sobrevivieron pasado el lustro y 41 habían fallecido. “Los datos indican que los que tenían mayores niveles de ácido úrico presentaron mayor mortalidad”, comenta.
Sin embargo, esta correlación plantea una duda: los investigadores no saben si el ácido úrico en sí mismo es tóxico para el riñón y provoca un menor nivel de filtración glomerular o si, por el contrario, su incremento en sangre es la consecuencia de la isquemia renal. En cualquier caso, parece que el AU puede ser un marcador de mortalidad significativo. Para progresar en esta línea de investigación, se plantean estudios prospectivos, tanto en población general como en enfermos con insuficiencia renal a través de medidas que tratarían de disminuir los niveles de ácido úrico.
Un aspecto importante es que este elemento también parece ser un factor de riesgo cardiovascular y, de hecho, entre los pacientes con insuficiencia cardiaca, el AU era significativamente mayor. Asimismo, quienes tenían un mayor nivel de ácido úrico en el periodo basal presentaban un filtrado glomerular menor y una mortalidad a cinco años más elevada. Estas investigaciones han sido publicadas recientemente en distintos artículos de la revista científica Nefrología.