Desde el mal de las vacas locas, la legislación europea prohibió en 2002 el abandono de reses muertas en la naturaleza para que las aves carroñeras se encargaran de su eliminación. La retirada se hizo a través de plantas industriales. Aunque desde entonces la legislación se ha modificado levemente, siguen siendo empresas autorizadas las que se ocupan de su transporte en España. Un nuevo estudio demuestra que la retirada artificial de animales ha supuesto un aumento de hasta 77.344 toneladas de CO2 al año.