Al eliminar las reses muertas de la naturaleza, los carroñeros ayudan de forma indirecta a reducir los niveles de CO2 emitidos a la atmósfera. / Manuel Jesús de la Riva Pérez
Desde el mal de las vacas locas, la legislación europea prohibió en 2002 el abandono de reses muertas en la naturaleza para que las aves carroñeras se encargaran de su eliminación. La retirada se hizo a través de plantas industriales. Aunque desde entonces la legislación se ha modificado levemente, siguen siendo empresas autorizadas las que se ocupan de su transporte en España. Un nuevo estudio demuestra que la retirada artificial de animales ha supuesto un aumento de hasta 77.344 toneladas de CO2 al año.
Miembros de la Universidad de Cádiz (UCA) han desarrollado un innovador procedimiento para la inoculación de biofiltros percoladores industriales. Este método puede aplicarse en depuradoras y en estaciones de bombeo y supone una reducción de los costes de explotación comparado con los sistemas tradicionales físico-químicos.
Un equipo de investigadores ha estudiado el impacto de la eliminación de los residuos agrícolas para entender el rendimiento de los cultivos energéticos en tierras no labradas. Los resultados, que se publican ahora en el último número de Agronomy Journal demuestran que la eliminación de residuos orgánicos repercute de forma negativa en la calidad del suelo.