Un equipo de investigadores españoles ha descubierto que los buitres presentan patrones de alimentación según el lugar donde crían, con independencia de los recursos disponibles. Esto indica que adquieren gustos diferentes por transmisión cultural entre los individuos de una misma población. Hasta ahora se creía que eran especies oportunistas que consumían cualquier tipo de carroña sin distinción.
El pasado mes de abril se anunciaba el primer caso en Europa de intoxicación por diclofenaco de uso veterinario de un joven buitre negro. Sucedió en los Pirineos. En una carta en Science, un equipo de científicos con el ecólogo español Antoni Margalida a la cabeza pide que este fármaco sea prohibido y sustituido por uno menos nocivo para estas aves carroñeras.
La persecución ilegal de elefantes, rinocerontes o jirafas en África puede fomentar el comercio de buitres africanos, que mueren masivamente envenenados por los cazadores para que no les delaten. Las partes recuperadas de estos carroñeros en peligro de extinción son así cada vez más usadas en la medicina tradicional africana.
Un estudio liderado por el CSIC demuestra que las áreas renaturalizadas en la cuenca mediterránea resultan más atractivas para el buitre leonado, una especie de ave vulnerable cuya población ha sido mermada en la península ibérica. El trabajo ha analizado la actividad de 30 individuos adultos marcados con dispositivos GPS.
Científicos españoles han aplicado por primera vez un modelo matemático para estudiar los efectos que las extracciones de huevos o pollos pueden tener en la dinámica poblacional del quebrantahuesos, un ave carroñera en peligro de extinción en los Pirineos. Los resultados muestran un escenario preocupante, ya que en un panorama actual sin manejo, solo en un 23% de los escenarios hay crecimiento poblacional. El estudio desaconseja el manejo de los huevos o pollos por los efectos negativos que puede tener en la viabilidad poblacional de la especie.
Al eliminar las reses muertas de la naturaleza, los carroñeros ayudan de forma indirecta a reducir los niveles de CO2 emitidos a la atmósfera. / Manuel Jesús de la Riva Pérez
Desde el mal de las vacas locas, la legislación europea prohibió en 2002 el abandono de reses muertas en la naturaleza para que las aves carroñeras se encargaran de su eliminación. La retirada se hizo a través de plantas industriales. Aunque desde entonces la legislación se ha modificado levemente, siguen siendo empresas autorizadas las que se ocupan de su transporte en España. Un nuevo estudio demuestra que la retirada artificial de animales ha supuesto un aumento de hasta 77.344 toneladas de CO2 al año.
Con el objetivo de prohibir el uso del diclofenaco, un medicamento utilizado para tratar al ganado y causante de la práctica extinción de buitres asiáticos en los años 90, unos 300 científicos y ornitólogos elevaron ayer, al término del XXII Congreso Español de Ornitología, una petición al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, a la Agencia Europea del Medicamento y Productos Sanitarios y a la Comisión Europea.
Los buitres, aves carroñeras que se alimentan de animales muertos, pueden intoxicarse con la medicación que toma el ganado. En 2013, el Gobierno español autorizó el uso del diclofenaco, un antiinflamatorio para las reses que en la década de los 90 provocó la práctica extinción de algunas especies de buitres asiáticos. Un equipo de científicos propone esta semana un enfoque alternativo global para evitar el declive de los buitres de España.
Buitres leonados en muladar ©SEO/BirdLife-JC Atienza