Hace unos 58.000 años las poblaciones neandertales que vivieron en el Abric Romaní, en Capellades (Barcelona), un yacimiento clave para el estudio de esta especie, dejaron miles de vestigios arqueológicos durante sus estancias. Así se ha constatado durante la campaña de excavación que se ha efectuado este mes y que finaliza el día 24, dirigida por el arqueólogo Eudald Carbonell, director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social. Los resultados obtenidos avalan la capacidad de organización que tenían aquellas comunidades prehistóricas.
Los insecticidas neonicotinoides afectan a las poblaciones de aves en Holanda, según un estudio publicado en la revista Nature. Investigadores holandeses han mostrado por primera vez que altas concentraciones de un insecticida neonicotinoide, el imidacloprid, están asociadas con un declive de población en aves insectívoras.
Equipo que excava estos días en el Abric Romaní, en plena acción, bajo la dirección del arqueólogo y director del IPHES Eudald Carbonell (de pie en el centro de la imagen). / Palmira Saladié (IPHES)
Hueso de un brazo de un neandertal con marcas de corte hallado en la cueva de El Sidrón (Asturias). / Thomas Higham.
Un delfín en aguas de Canarias. / Efe
El consumo de caracoles se generalizó a finales del Pleistoceno (hace unos 20.000 años), siendo muy frecuente durante el Holoceno inicial (hace sobre 11.600-8.900 años). Sin embargo, no se conocía con certeza cuándo y cómo fueron incorporados en la dieta humana. Los recientes descubrimientos en la Cova de la Barriada han aportado pruebas irrefutables sobre la selección, preparación y consumo alimenticio de los caracoles terrestres durante el periodo Gravetiense.
La alta precisión de la datación de los restos procedentes de 40 yacimientos arqueológicos, situados en países como Rusia y España, señala que la desaparición de los neandertales de Europa tuvo lugar hace unos 40.000 años. Esto implicaría que neandertales y humanos modernos convivieron en estos territorios durante más de 2.000 años.
Un grupo de investigadores estadounidenses ha encontrado a 800 metros de profundidad, bajo el hielo antártico, un verdadero vergel de vida microbiana que sobrevive en un ecosistema de total ausencia de luz y a temperaturas por debajo de los cero grados centígrados. El hallazgo tendrá implicaciones para la búsqueda de vida en ambientes extremos, tanto dentro como fuera de la Tierra.
Ejemplar de Atractus spinalis. / Efe
Un estudio internacional en el que participan científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha descubierto que una bacteria presente en los océanos, Dokdonia sp., utiliza la luz y fija hasta el 30% de su carbono a partir de CO2.