Además de espacios de comunicación, desinformación y controversias, las redes sociales se han convertido con los años en gigantes cementerios donde millones de usuarios se cruzan con cada vez más cuentas de fallecidos. Una nueva corriente de filósofos, sociólogos y antropólogos exploran este complejo fenómeno.
Investigadores del CSIC han creado a Tefi, un robot con forma de perro para asistir a personas ciegas, mayores con demencia u otras que lo necesiten. Mediante inteligencia artificial, distingue entre los objetos y humanos que observa con la cámara de su cabeza, y al estar conectado a Google, localiza lugares y comunica a su dueño la situación del tráfico.
Desde que el controvertido magnate hizo efectiva la compra de Twitter el pasado 27 de octubre, la sensación es de absoluto descontrol. Ha tomado una serie de decisiones que no han tenido el efecto esperado y nos tiene en vilo, conteniendo a duras penas una fuga de usuarios y anunciantes que ya ha empezado.
Investigadores de los institutos ICFO e IrsiCaixa han desarrollado un sensor que, con la ayuda de la luz, puede descubrir en la saliva concentraciones muy bajas de SARS-CoV-2. Ofrece gran sensibilidad y especificidad, como una PCR, pero de una forma tan rápida como los test de antígenos.
Las restricciones en los desplazamientos por carretera que aplicaron los gobiernos en 2020 debido a la pandemia contribuyeron a reducir las concentraciones de NO2 y el número de fallecimientos. Así lo revela un estudio del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus y diversos centros europeos.
Investigadores europeos han desarrollado un modelo de aprendizaje automático que, partiendo de los niveles en sangre de 14 proteínas, es capaz de pronosticar si una persona en estado grave a causa del coronavirus saldrá o no con vida de la unidad de cuidados intensivos. En una prueba con 24 pacientes críticos ha acertado la evolución de 23.
Dos grupos independientes de científicos, con participación de la Universidad Politécnica de Valencia en ambos, han diseñado nanoantenas capaces de detectar la luz infrarroja invisible y convertirla en visible. El avance abre la puerta a nuevos sistemas de vigilancia ambiental y observación del universo.
Investigadores del ICFO y otros centros internacionales han fabricado un microscopio que utiliza luz cuántica, con entrelazamiento de fotones, para obtener mejores imágenes de muestras demasiado sensibles a la luz habitual. La técnica se ha probado con éxito para observar proteínas.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han desarrollado un sistema de simulación basado en agentes que permite calcular el nivel de estrés en el lugar de trabajo para diseñar las políticas más adecuadas. Los resultados muestran que, por encima de las condiciones ambientales o de la relación con otros trabajadores, la carga laboral es el elemento que tiene una mayor influencia.
Investigadores del instituto ICFO en Barcelona han utilizado tecnologías biofotónicas para comprobar si al ponerse mascarillas se alteran los niveles corporales de oxígeno. Los resultados muestran pequeños cambios en la hemodinámica cerebral, pero comparables a los de actividades cotidianas como escuchar un sonido, ver a alguien moviéndose o agacharnos para atarnos los zapatos.