El protagonismo del voluntariado civil durante unas olimpiadas ha ido aumentando a lo largo de la historia. Hoy en día, su figura se ha vuelto imprescindible, tanto a nivel económico como en la organización del evento. Los expertos en el tema opinan que los voluntarios olímpicos simbolizan, junto con los juegos, “la esperanza en un mundo más solidario, igualitario y participativo”.
Los Juegos Olímpicos de Londres de este año ha contado con el apoyo incondicional de 70.000 voluntarios o ‘Game Makers’, como han sido bautizados. El periodo para solicitar ser uno de ellos terminó el 27 de octubre de 2010 con el triple de solicitudes de las que se podían aceptar: un total de 240.000.
Los voluntarios británicos no debían cumplir con condiciones muy selectas: tener más de 18 años, completa disponibilidad durante 10 días como mínimo y atender, por lo menos, a tres sesiones de formación. Según el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos (LOCOG por sus siglas en inglés) se han invertido un millón de horas de formación y hay más de 800 roles posibles como ‘Game Maker’.
La importancia de los voluntarios olímpicos ha ido aumentando a lo largo de la historia. “Actualmente, la organización de unos juegos requiere de unos 80.000 voluntarios”, explica a SINC Raúl Chapado, Director de Deportes de la Candidatura Olímpica Madrid 2020. Aunque esta cantidad es algo más reducida para los juegos paralímpicos, ya que “hay menos deportes, sedes y atletas”, señala.
De cara a Madrid 2020 se está diseñando en estos momentos el programa de pre-voluntariado, ya que el Comité Olímpico Internacional (COI) no obliga a presentar ningún capítulo exclusivamente dedicado a esta figura en la candidatura oficial.
En cambio, en 2016 las cuatro ciudades candidatas (Chicago, Madrid, Río de Janeiro y Tokio) sí presentaron un programa de adhesión de voluntarios y el número que ya habían reclutado: 53.773 en el caso de Madrid. “Esta cifra demuestra el compromiso de la gente por conseguir los juegos”, señala Chapado.
De 27.221 voluntarios en Seúl 1988 a más de 70.000 en Londres 2012
La semilla del voluntariado se plantó en los Juegos de Invierno de Lake Placid, en 1980, “donde el comité organizador incorporó por primera vez voluntarios individuales y civiles al programa y a la planificación de los juegos y reclutó 6.700 personas”, explica Anna Belén Moreno, responsable del comunicación del Área de promoción económica del Ayuntamiento de Barcelona.
Pero históricamente se ha considerado que Los Ángeles 1984 supuso el inicio del voluntariado olímpico tal y como es conocido en la actualidad. Fue en la ciudad estadounidense donde “se creó un departamento específicamente dedicado a la gestión de voluntarios y cerca de 30.000 personas ayudaron en una importante variedad de trabajos”, señala Moreno.
El compromiso oficial civil se consolidó de manera definitiva en Barcelona 1992, donde antes de la nominación de la ciudad como sede olímpica ya se contaba con 102.000 inscripciones. “Poder vivir los Juegos Olímpicos desde dentro fue una oportunidad única en la vida”, cuenta a SINC Luís Corbera, uno de los 34.548 voluntarios de aquella edición.
Según Corbera, “hubo muy buen ambiente y yo creo que la organización no pensaba que los voluntarios se implicarían tanto durante todo el tiempo que duraron los juegos”. En la actualidad los voluntarios “se han convertido en un factor determinante en la sostenibilidad económica del acontecimiento”, explica Moreno, tanto desde un punto de vista económico como organizativo.
Formación, dietas y ayudas en el transporte
Los voluntarios constituyen un ahorro en el gasto salarial ya que, aunque reciben formación y ayudas en el transporte y las dietas, no tienen un sueldo asignado. Pese a que la no remuneración es una realidad implícita en este tipo de acciones, durante el I Congreso Europeo del Voluntariado Deportivo, los expertos llamaron la atención sobre posibles agravios comparativos y la desmotivación de estas personas frente a las asalariadas.
En esta reunión, que agrupó a profesionales de distintos ámbitos y que tuvo lugar el pasado octubre en Valencia, se propuso como solución a este problema que el voluntariado deportivo “participe en acciones concretas y no tanto en el día a día de las propias organizaciones”, entre otras medidas.
De todos modos, los expertos consideran que los juegos olímpicos exigen a sus voluntarios funciones tan diversas y específicas que constituyen un entorno de aprendizaje difícil de generar por el propio mercado de trabajo.
Una de las explicaciones de por qué hay tanta movilización ciudadana como respuesta a la solicitud de voluntarios es que esta actividad “es una representación simbólica y mediática del espíritu de los juegos”, según Moreno. Para la experta, los voluntarios perciben que el acontecimiento deportivo tiene valores morales añadidos.