Escuchar las advertencias meteorológicas, reaccionar con antelación, rehabilitar viviendas, limitar el transporte privado y, sobre todo, contar con planes de contingencia basados en experiencias de otros países son algunos de los consejos de los expertos.
Las previsiones meteorológicas acertaron de lleno ante el asombro de gestores públicos y ciudadanos. Filomena ha colapsado calles, carreteras y redes de transporte, a la vez que ha provocado la inaccesibilidad a multitud de servicios.
Muchas personas tuvieron que dejar sus vehículos atrapados en la nieve, otras cerraron sus negocios, mientras que muchas comunidades quedaron sin abastecimiento de agua y luz. Aunque puede que nunca volvamos a presenciar un temporal como este, que no ocurría desde hace un siglo, el cambio climático podría provocar que este tipo de fenómenos sean más extremos y frecuentes.
Por ello, Filomena puede ser también un evento del que aprender y mejorar la respuesta colectiva. “La ciudadanía nos hace cada vez más caso. Sin embargo, en esta ocasión no acabábamos de creer que fuese a pasar, porque nunca habíamos visto algo igual. Parecía algo que no pudiese suceder en Madrid. Ha sido algo completamente histórico”, declara a SINC Silvia Laplana, meteoróloga en Televisión Española (TVE).
Su voz, junto a la de muchos otros profesionales de la comunicación, alertó a la ciudadanía del peligro de esta nevada con días de antelación, con un pronóstico que fue “clavado”, según la experta. “Había un aviso rojo de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el máximo estipulado y que nunca se había decretado antes en muchas zonas del país. El color rojo significa que va a haber problemas. Nosotros, cuando lo comunicamos, insistimos en que era peligroso y que no se tomase a la ligera”, recuerda Laplana.
Lo que ocurrió después es de sobra conocido. “Quizá este tipo de avisos los entendemos mejor con el calor, al que estamos más acostumbrados. Sabemos que el calor mata”, considera.
De toda esta experiencia, la meteoróloga saca en claro que nos servirá “para aprender”. “El hecho de presenciar lo que ha pasado puede llevarnos a saber lo que puede llegar a ocurrir ante nuevos avisos por otros fenómenos de esta magnitud. Por desgracia, los fenómenos extremos como Filomena van a más y deben enseñarnos de qué es capaz la naturaleza”, opina.
A pesar de que la AEMET no activó el aviso rojo hasta la tarde del pasado jueves 7 de enero, los indicios de que podía pasar algo importante fueron visibles desde mucho antes. Si el pasado 31 de diciembre ya se preveía una importante borrasca, el día 5 de enero, a tres días vista, el pronóstico ya era lo suficientemente claro.
Otra de las voces habituales de la sobremesa española considera que, en este sentido, se pudo anticipar la movilización de medios para atenuar los efectos del temporal. “Mi impresión es que activar niveles de aviso rojo implica una movilización de recursos importante. Se aguantó al máximo para declararlo, cuando había indicios suficientes para justificar un nivel rojo. En Madrid, el umbral estaba en 20 centímetros [de nieve] y había muchos escenarios que indicaban que podría haber incluso más”, explica a SINC Adrián Cordero, periodista especializado en meteorología y presentador de la Sexta Meteo.
“Yo te puedo decir que van a caer 30, 40 o 50 centímetros, pero no lo puedes dibujar en tu imaginación porque no lo has vivido nunca —continúa argumentando—. Seguramente, si pasa el año que viene lo tomaremos de otra manera porque ya sabemos lo que es. Sabremos actuar mucho mejor, al igual que contra el calor tenemos muchas herramientas para actuar que no tienen, por ejemplo, en Finlandia o en Noruega”.
Para el presentador, la idea de la nieve siempre ha sido algo más ilusionante que amenazadora para la gente que reside en los sitios llanos donde no suele nevar. “La gente salió en masa a disfrutarla. En cambio, si se lo dices a alguien de Benasque, de Picos de Europa o de la montaña palentina se echan a temblar, porque para ellos la nieve es un enemigo, saben lo que es una ventisca, lo que es la congelación o el hielo en la calzada”, señala.
Entre las imágenes más duras que ha dejado Filomena está la de los coches atrapados en la carreteras interurbanas ante el avance de la nieve. Los conductores, angustiados, reclamaban que apareciesen las quitanieves. A su vez, veíamos estas máquinas atascadas entre la multitud del tráfico trabado.
La densidad del tráfico dificultó la labor de las quitanieves./ DGT
“La Dirección General de Tráfico (DGT), antes de caer el primer copo de nieve, ya lanzaba mensajes en los paneles de las carreteras y en las redes sociales, que decían: ‘No circulen por el carril izquierdo de las autovías”, declara a SINC Pablo Sáez, director gerente de la Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras (Acex).
Sáez cree que se debió prestar ayuda coche a coche, dotando de mantas, bebidas calientes o alimentos a quienes pudiesen necesitarlos. Para ello, expone el ejemplo que tuvo lugar en las carreteras francesas de Saboya en 2014, cuando unos 15.000 vehículos quedaron inmovilizados bajo un manto blanco.
“Después del análisis y la depuración de responsabilidades, los técnicos franceses llegaron a una notable área de mejora. Lo que había ocurrido se podría volver a dar en un determinado momento y lo que había que hacer era tener mantas y alimentos para poder atender a las personas”, expone el director gerente de Acex.
También señala acciones que, a su juicio, sí se han hecho correctamente. La mayoría de camiones, antes de que comenzase a nevar, fueron embolsados. Es decir, estacionados en zonas seguras, como estaciones de servicio o aparcamientos de emergencia, para retirarlos de la circulación ante el inminente peligro. Por último, Sáez incide en la importancia de obedecer las advertencias meteorológicas. “Cuando se dan previsiones meteorológicas hay un peso técnico que las justifica”.
Aunque con el paso de los días gran parte de las carreteras han sido condicionadas para su uso, no ha ocurrido lo mismo con calles y aceras urbanas.
“Esto nos enseña que hay que tener un plan de contingencia y estar preparados ante diferentes fenómenos climáticos que nos pueden afectar”, indica a SINC Carlos Cristóbal Pinto, experto en transporte y movilidad. Según Pinto, en estos planes de contingencia se pueden recoger experiencias de otros países que estén más habituados a este tipo de inclemencias y sepan cómo actuar. “Las ideas no vienen sobre la marcha cuando ocurren las cosas, sino que hay que prepararse antes”, advierte.
Para este experto, se ha puesto el foco en los vehículos como medio de transporte, obviando el que, para él, es el más imprescindible. “Parece que nos hemos olvidado del peatón”, aprecia Pinto. “Se podrían haber distribuido paquetes de sal entre las comunidades de vecinos”, ejemplifica.
Para el desplazamiento de personas, el servicio de Metro de Madrid ha funcionado de forma ininterrumpida en toda la comunidad, salvo en aquellos tramos que transcurren a nivel de suelo. Sin embargo, tanto el servicio de trenes como el de autobús se paralizaron por completo. Aún hoy todavía no ha recuperado su plena normalidad.
“Los sistemas ferroviarios han respondido mejor porque son más fáciles de limpiar y no poseen tanta capilaridad. El sistema de calles, por el contrario, tiene mucha capilaridad debido a que el número de calles es muy alto”, considera Manuel Romana, profesor titular de carreteras en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
En líneas generales, este experto cree que hay margen de mejora de cara a futuros temporales, sobre todo en la coordinación entre las diferentes entidades involucradas en la prestación de servicios y en la mejora de un protocolo de actuación.
Por ejemplo, respecto al transporte público, señala que se podrían tomar decisiones conjuntas entre la EMT, Cercanías e Interurbanos. “La medida de mantener el Metro abierto las 24 horas se tomó rápidamente y bien. No obstante, habría que estudiar qué medidas permitirían haber cerrado antes el tráfico de la EMT para evitar que los autobuses se quedasen tirados, facilitando el acceso de esos viajeros a la red de Metro”, expone.
También cree que se pueden estudiar otro tipo de medias para los vehículos, como analizar y señalizar qué rutas poseen más pendiente y, por lo tanto, son más peligrosas. “Visto lo visto, el protocolo se ha visto superado por el evento”, opina el docente.
En cuanto a otros servicios, Romana cree que en esa mejora de los protocolos se debería garantizar de forma prioritaria el acceso a los servicios de emergencias, al sistema sanitario, a los grandes centros de trabajo y de transporte. “Nos podrían haber dicho: oiga, tenga en cuenta que puede que hasta el martes igual no puede ir al supermercado”, señala el docente.
Una vez que la nieve se convirtió en hielo, debido a la ola de frío extremo que ha sucedido a la borrasca, las autoridades han recomendado no salir de casa para evitar resbalones y caídas.
Sobre las aceras, considera que se podría mejorar la respuesta coordinada para que hubiera un plan de limpieza de las calles de toda la ciudad en el que se involucre a los vecinos. “Ahora el mensaje que hay es que no salgas y que ya se irá limpiando. Eso no es un protocolo”, advierte. Aunque los ayuntamientos han facilitado la entrega de sal en determinados puntos, no vendría mal que para futuras ocasiones se distribuyese a través de volquetes, según opina el ingeniero.
“En los sitios donde nieva, la responsabilidad de la limpieza está distribuida. En Alemania, en Rusia o en otras muchas partes. En Estados Unidos, cada uno es responsable de su trozo de acera. En Francia, la ley dice que los ayuntamientos designan a los vecinos como responsables de su sector de acera. No se les puede pedir a los vecinos que limpien la M-30, pero las aceras, sí”, explica.
“En resumen, se podría mejorar la comunicación institucional, intentando decirle a la gente con más antelación que se prepare y que responda. Más allá de los chistes, una pala tampoco es un gran dispendio económico como para que haya una en cada casa o cada comunidad”, añade.
En pleno invierno y con temperaturas gélidas, multitud de hogares se han visto también afectados por el temporal. Cortes de luz, desabastecimiento de agua, goteras, frío y desprendimientos provocados por el peso de la nieve han sido un quebradero de cabeza para muchos inquilinos y viandantes. Todo esto, sumado a los sobrecostes en la factura energética.
Con el propósito de evitar gran parte de los problemas de este tipo, organizaciones como el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE) han emitido decálogos y consejos sobre cómo los ciudadanos pueden actuar en este tipo de situaciones.
Sus consejos van desde colocar burletes en puertas y ventanas hasta abrir los grifos cada cierto tiempo para evitar la congelación de las tuberías. También, recalcan que puede ser de utilidad llenar cubos de agua ante los posibles cortes de suministro o despejar la nieve de los accesos a la entrada antes de que esta se hiele. En exteriores, recuerdan la importancia de limpiar de nieve las cornisas, voladizos, terrazas y aparatos anclados a la fachada, como los aparatos de aire acondicionado, para garantizar la seguridad de las personas.
“Tenemos que repensar las situaciones de los hogares en la normalidad porque se han rebelado inadecuadas cuando han venido situaciones excepcionales”, considera Alfredo Sanz, presidente de la institución colegial. Muchas viviendas han padecido deficiencias en cuanto a protección, confort y seguridad.
“El mejor ahorro de energía no es una mejor caldera, sino la energía que no necesitamos. Si mi edificio está mejor preparado para las inclemencias climáticas, lo estará tanto si hace calor como si hace frío. La rehabilitación de los edificios mejora el contenedor en el que vivimos, es más solidaria con el medioambiente y con el bolsillo”, asegura.
Coincide con él la directora del Basque Centre for Climate Change, María José Sanz, en una entrevista con SINC: “Es fundamental actuar en el sector de la vivienda y la construcción. No nos podemos permitir tener construcciones que no estén bien aisladas para evitar usar en exceso la calefacción cuando hay olas de frío o en verano el aire acondicionado”. Y no solo en las nuevas construcciones, “también hay que abordar el programa de rehabilitación de construcciones que ya existen. Es tan prioritario como cambiar el modelo energético a renovables”, concluye.