El culto a la belleza en ocasiones ha perjudicado la salud, y los dientes de nuestras antepasadas son una prueba de ello. Desde finales del s XV, muchas mujeres preferían soportar las caries y otras infecciones de muelas antes que lucir un hueco en sus sonrisas. Ahora investigadores del área de Antropología Física de la Universidad de Oviedo han incorporado la perspectiva genética a sus estudios con un rastreo de los orígenes de la población asturiana mediante análisis de ADN.
Las bocas de la Edad Media aún hablan: lo que mostraron a los investigadores a través de los restos óseos de entre los siglos XV y XVIII procedentes de cuatro enterramientos de Castilla y Léon es que las mujeres soportaban mejor las situaciones dolorosas como la caries, la piorrea y otro tipo de infecciones graves. “Una de las explicaciones de esta diferencia en los sexos es que las mujeres toleraban más el dolor por razones estéticas, a fin de evitar una extracción dental”, afirma Belén López Martínez, bióloga y profesora de Antropología Física de la Universidad de Oviedo que ha coordinado la investigación.
Pero ésta no fue la única razón, ya que las extracciones las efectuaban los barberos, a los que las mujeres no accedían normalmente. De hecho, la actitud de las mujeres hacia la salud dental ya estaba recogida en textos de la época, y ahora este trabajo apunta que esa idea no se trató de una mera generalización. Unas conclusiones que publicará próximamente la revista científica internacional American Journal of Physical Antropology.
Éste es un ejemplo de cómo las creencias y normas sociales pueden traducirse en problemas de salud que dejan en los huesos una huella legible para la Antropología Física. Además, el área de Antropología Física aspira a poder analizar restos óseos antiguos hallados en Asturias. Belén López no olvida que el apoyo de las Administraciones, de los ciudadanos y la colaboración entre investigadores es fundamental: “Estamos abiertos a colaborar con otras áreas e investigadores. De esta forma, contaríamos con importantes eslabones hacia el pasado”.
El rastro del trabajo
Con el objetivo de obtener información sobre las características de la población que vivió en el tercio norte de España entre el siglo XIV y el XVIII, los investigadores del área estudiaron los restos óseos de 500 personas que fueron enterradas en esa época en la iglesia de San Nicolás de Bari (Burgos). Han obtenido información sobre la estructura demográfica de la población (paleodemografía) y acerca de las enfermedades que padecieron (paleopatología).
“La muestra era lo suficientemente amplia para poder obtener datos sobre la estructura de la población. Nos llamó la atención que muchos de los restos presentaban lesiones por transportar grandes pesos”, señala la investigadora.
Los daños más frecuentes eran hernias discales, lesiones cervicales y enthesopatías, es decir: las huellas que dejan en los huesos los desgarros de músculos, tendones y ligamentos. “Al analizar las observaciones, y contrastándolas con la información histórica y arqueológica, concluimos que la mayoría de los allí enterrados habrían trabajado en la construcción de las diferentes fases de la Catedral”, afirma Belén López. Ahora, en esta línea de análisis osteológico los investigadores se centran en la necrópolis del monasterio de San Andrés de Arroyo (Palencia).
Historia grabada en el ADN
Para obtener información sobre la estructura demográfica de poblaciones antiguas y actuales, la antropología genética aporta una valiosa información, además de ser por sí misma una nueva línea de investigación del Área. Los investigadores están ensayando, con buenos resultados, la posibilidad de efectuar análisis genéticos en los restos óseos que se han exhumado en Palencia, y acaban de iniciar un estudio sistemático para determinar cuál es la ascendencia genética de la población asturiana.
“Los restos arqueológicos y la información histórica pueden perderse, o no hallarse, pero todos tenemos la historia grabada en el ADN”, afirma Antonio Fernández Pardiñas, biólogo y joven investigador del Área de Antropología Física que con apoyo del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación del Principado se dedicará a este trabajo en el que también participarán los investigadores del Área de Genética Eva García Vázquez y Agustín Roca Martínez.
Éste no es el primer estudio genético de la población asturiana: en febrero de este año se publicó una investigación dirigida por la Universidad de Leicester (Reino Unido) que rastreaba la ascendencia sefardí y árabe en todo el país.
“Lo que planteamos es un estudio mucho más detallado que nos permita reconstruir la identidad de la población original que pobló este territorio, y saber qué pueblos han dejado aquí su herencia genética a lo largo de la historia. No se plantea como un estudio de diferencia respecto a nuestros vecinos de otras comunidades, sino como una forma de acercarnos a la Historia”, afirma Antonio Fernández.
Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores extraerán células de mucosa bucal a una muestra representativa de asturianos actuales. “Sólo se necesita frotar el interior de la mejilla con un bastoncillo, como en CSI”. La boca vuelve a “narrar” el pasado, toda una oportunidad para conocernos mejor.