Llega Semana Santa y con ella la manía persecutoria hacia los meteorólogos y sus aciertos o desaciertos, sobre todo por parte del sector turístico. Algunos profesionales, como José Antonio Maldonado o Roberto Brasero, son las caras visibles de estas predicciones meteorológicas. Otros recopilan los datos desde la Agencia Estatal de Meteorología, MetoGalicia, Meteocat y Euskalmet. Así se construye la información del tiempo en la época más esperada del año.
Las predicciones meteorológicas en estos días toman un interés especial. Se disparan las audiencias en la televisión, las visitas en las páginas web y, en definitiva, son muchas las personas que están pendientes del tiempo, sobre todo si es inestable. No es un tema liviano, la industria turística es muy sensible a las previsiones para este período vacacional y lo hace notar año tras año.
Sin ir más lejos, en 2012 la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia (FEHV) emitía un comunicado en el que culpaba a estos pronósticos de haber provocado “un efecto disuasorio” sobre la ocupación turística en la región.
“Los meteorólogos no son ajenos a esta situación de tensión. Esta época es la más estresante del año para ellos porque todos los agentes interesados, desde las administraciones y el sector turístico, y los propios ciudadanos les reclaman información con una antelación y precisión mucho mayor que en otros momentos”, asegura a Sinc César Rodríguez Ballesteros, autor del estudio “Apuntes climatológicos para la Semana Santa de 2015” en el Banco Nacional de Datos Climatológicos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Según este trabajo, la primavera tiene tal variabilidad climática que hay días que se pueden calificar de veraniegos, como el 6 de abril de 2011 en el que Bilbao registró una máxima de 33 ºC, y Ourense y Oviedo de 31,5 ºC; y otros de invernales como el 29 de marzo de 1985 en el que se alcanzaron mínimas muy bajas, destacando -7 ºC en Ávila, -6,2 ºC en Burgos y -6 ºC en Soria.
La AEMET ha decidido reproducir con una periodicidad anual estos apuntes, que se publicaron por primera vez el pasado año, para dar a conocer de manera objetiva el tiempo 'habitual' durante los días de Semana Santa en años anteriores.
"Para toda la actividad de turismo la climatología es muy condicionante. En el caso de la Semana Santa, más si cabe puesto que es el pistoletazo de salida de la temporada de playas. Y hay otra peculiaridad: se compra hasta el último minuto, por eso las empresas son muy sensibles a este factor. Influye en su programación, en tener reforzada la plantilla o no, etc.”, enfatiza a Sinc, Emilio Gallego Zuazo, secretario general de la Federación Española de Hostelería y Restauración.
¿Playa o montaña?
Los factores meteorológicos juegan un papel decisivo en la actividad social en esos días. Sin embargo, como la primavera es un período de transición en el que la atmósfera empieza a calentarse tras el invierno, esto da lugar a episodios de inestabilidad, nubes de evolución diurna y precipitaciones de origen convectivo –transferencia de calor–. Por otra parte, es una época en que un pequeño chubasco –que en otras ocasiones pasaría desapercibido– puede impedir la salida de una procesión o arruinar un día de playa.
En la actualidad, los servicios meteorológicos disponen de modelos predictivos que permiten un pronóstico bastante seguro para las próximas 48 horas. “Hasta cuatro días, la predicción puede ser aceptable. Con más tiempo, el carácter caótico del comportamiento atmosférico disminuye mucho la seguridad de las predicciones”, añade Rodríguez Ballesteros.
En Semana Santa un pequeño chubasco puede impedir la salida de una procesión o arruinar un día de playa. / EFE
Roberto Brasero Hidalgo, periodista y presentador de la previsión meteorológica en Antena 3 cuenta a Sinc alguna mala pasada que tuvo debido a esta temporada vacacional: “Recuerdo la bronca que me echó Miguel Ángel Revilla por decir que iba a llover en Santander una Semana Santa ‘habiendo viento sur, que nunca llueve con viento sur’, me dijo el que fuera presidente de Cantabria. Y tenía razón en eso, pero yo también al decir que el viento iba a cambiar”.
Hay otros conflictos más sutiles, pero que acaban convirtiendo la Semana Santa en un ‘vía crucis’ para el hombre del tiempo: los modelos meteorológicos son representaciones matemáticas de la evolución de la atmósfera y, por este motivo, no hay una sola manera de reducir la realidad a un modelo matemático.
Según las variables que se usen o las ecuaciones que se apliquen, el modelo y su resultado son distintos. Para elaborar los pronósticos meteorológicos se consultan varios de estos modelos, que suelen ofrecer resultados semejantes –la mayor parte de las veces– aunque en ocasiones hay discrepancias entre ellos.
“En la Semana Santa de hace dos años los dos modelos más fiables y que más usamos ofrecían datos completamente contradictorios. Uno decía que llovía en la mitad norte y otro en la mitad sur y justo para la Semana Santa. Es una cuestión delicada, pero al final tienes que contar lo que dice la ciencia. Hay que ser riguroso”, añade Brasero.
Quien también tiene numerosas anécdotas es José Antonio Maldonado, con 23 años de experiencia como presentador de la información meteorológica en Televisión Española y actual presidente de la Asociación Meteorológica Española. “Cuando estamos comiendo los polvorones –destaca el meteorólogo– ya nos están preguntando por el tiempo en Semana Santa, y no lo sabemos. No tenemos ni mapas”.
Maldonado recuerda especialmente el año 1998: “Hizo un mes de marzo que parecía casi mayo en las horas centrales del día. Un ambiente soleado, agradable, de lujo. Pero ya se veía en los mapas de predicción a doce o catorce días que iba a cambiar radicalmente. Di la predicción el viernes antes de la Semana Santa y dije que la situación iba a ser lluviosa y fría. Se me echaron encima, sobre todo el sector hotelero del norte. Al final resultó que nos quedamos cortos”.
Cuenta el meteorólogo que hubo que poner cadenas al pasar por la carretera que atraviesa el Parque Natural de Despeñaperros (Jaén) debido al cambio tan brusco que dio el tiempo. Llovió, nevó y granizó prácticamente en toda España. “Luego hubo algunas autoridades de comunidades autónomas que se disculparon. Habían hecho unas críticas demasiado duras”, asevera.
Las mejoras tecnológicas afinan las predicciones
La tecnología en esta materia ha mejorado sensiblemente gracias a la informática. La resolución de ecuaciones –que es a lo que los expertos denominan modelos y lo que permite conocer la posible evolución de la atmósfera– es más rápida y fiable debido al avance computacional. Se les aportan los datos de la situación actual, para saber el contexto futuro. “Es como cuando vas al médico, tiene que verte cómo estás ahora para saber qué síntomas tienes y qué te puede pasar”, ejemplifica Maldonado.
Mucha gente también se pregunta cómo pueden fallar las predicciones si hay imágenes de satélite. La respuesta es simple: estas naves espaciales hacen una radiografía de la actualidad, no sirven para hacer previsiones a largo plazo. Las imágenes de radar son otro aporte muy importante de cara al pronóstico, pero también a corto plazo.
“Otro campo en el que se ha avanzado es en la creación de estaciones automáticas, que permiten –al no depender de la visita del observador– multiplicar su número así como su localización en zonas de difícil acceso. De todas formas, precisan un mantenimiento ‘humano’, algo que cada vez se hace más difícil. De hecho, se aprecia una disminución en la calidad de los datos en relación con el sistema clásico con observador”, dice a Sinc Francisco Diaz-Fierros, escritor y científico gallego autor de "Historia de la meteorología y de la climatología en Galicia".
Las peculiaridades orográficas de España
España es muy grande y compleja orográficamente ya que está rodeada por tres mares de naturaleza distinta. Esto implica que los pronósticos son más difíciles que, por ejemplo, en países como Inglaterra.
La meteorología engloba un amplio rango de escalas espaciales, desde los mapas sinópticos (a gran escala) hasta los mapas locales en regiones o localidades concretas. Esta es una de las razones por las que en España existen MetoGalicia, Meteocat (Cataluña) y Euskalmet (País Vasco), además de la AEMET.
“Para la predicción meteorológica es necesario conocer el terreno y los factores de pequeña escala como, por ejemplo, la elevación del terreno, la cercanía del mar, el emplazamiento en valles o ríos que influyen en el tiempo local. Para esto, son necesarios los servicios meteorológicos en regiones y comunidades autónomas que puedan llegar al detalle de conocimiento de la región”, explica a Sinc Mireia Udina Sistach, investigadora del departamento de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Barcelona.
En el caso de Galicia, ya existía una red de medidas meteorológicas, de vocación forestal, que constaba de cerca 30 estaciones dependientes del Instituto de Investigaciones Forestales de Lourizán (Pontevedra), de titularidad autonómica. Esta red sería la base de MeteoGalicia.
“El territorio gallego y las influencias climáticas oceánicas le confieren una gran variedad mesoclimática: se pueden diferenciar como mínimo cuatro grandes dominios climáticos en Galicia. Las predicciones estatales, que por fuerza tenían que ser más generales, no recogían habitualmente esta diversidad”, indica Diaz-Fierros.
Juan José Taboada, coordinador de predicciones operativas en MeteoGalicia añade: “No existe una regla fija, pero se entiende que con más de tres o cuatro días de antelación el pronóstico deja de ser fiable. En primavera lo normal es que las borrascas, sobre todo en una zona como Galicia, nos afecten con bastante frecuencia, y eso hace que la atmósfera sea muy cambiante. La Semana Santa es el momento más estresante del año para todos aquellos que en algún momento han hecho predicción meteorológica”.
Es cierto que en ocasiones no acaba ocurriendo lo que dice la predicción, pero hay que recordar la naturaleza del objeto con el que trabajan estos profesionales: el futuro, que incluye siempre un margen, mayor o menor, de incertidumbre.
Por eso, no se puede responsabilizar a los meteorólogos de habernos frustado el primer chapuzón del año en la playa, ni de provocar una bajada en la ocupación hotelera respecto a años anteriores. El tiempo (como la sangre) en primavera, se ‘altera’.