Un estudio liderado por el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos evidencia los efectos que está teniendo una nueva variante del virus de la enfermedad hemorrágica RHDV en el conejo silvestre de la península. El virus amenaza la conservación de su depredador, el lince ibérico.
Los científicos han identificado una nueva variante del virus de la enfermedad hemorrágica del conejo (RHDV) por toda la península ibérica, incluidas las zonas donde viven los linces ibéricos, como Sierra Morena.
Un estudio que publica la revista Emerging Infectious Diseases aborda el problema que supone este nuevo brote del virus en las poblaciones salvajes y que ha causado grandes mortalidades en granjas.
“Se sabe muy poco aún de esta nueva variante, por lo que es difícil decir si es más grave que la anterior. No obstante, una diferencia importante es que afecta a individuos muy jóvenes, de diez u once días de edad, algo que no ocurría hasta la fecha”, declara a Sinc Miguel Delibes-Mateos, coautor del estudio en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (CSIC-UCLM-JCCM), actualmente científico del Centro de investigación en biodiversidad y recursos genéticos (Universidad de Oporto) y del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (CSIC).
Esto podría perjudicar al reclutamiento de individuos jóvenes y poner en riesgo su dinámica. Hasta la fecha no existe ningún trabajo que evalúe específicamente la tasa de mortalidad de los conejos silvestres en el campo debida a la nueva variante.
“La abundancia de las poblaciones de conejo de algunas zonas de Aragón y del Parque Nacional de Doñana disminuyó en promedio en el año 2013 entre un 70% y un 80% respecto a los niveles del año anterior”, explica Delibes-Mateos.
Estudios recientes sugieren que la nueva variante parece estar reemplazando a la clásica. Es de suponer que actualmente la mayoría de las muertes causadas por la enfermedad hemorrágica se deban a la primera.
La presa preferida del lince escasea
El conejo (Oryctolagus cuniculus) está considerado como una especie clave multifuncional de los ecosistemas mediterráneos ibéricos, ya que numerosas especies se benefician de su presencia.
“Cualquier disminución de las poblaciones de conejo silvestre, incluida las causadas por enfermedades, suponen un grave problema para el lince ibérico. Este felino es un especialista en conejo y necesita de cierta abundancia de su presa principal para poder establecer sus territorios y reproducirse”, enfatiza el investigador.
El descenso de las abundancias de conejo ha venido acompañado por una disminución notable del número de cachorros de lince ibérico nacidos en el campo entre 2012 (78 cachorros) y 2013 (54), según datos de la Junta de Andalucía y el Proyecto Life-Lince.
Además, el pequeño mamífero lagomorfo dispersa semillas de decenas de especies de plantas, sus madrigueras sirven de refugio para un elevado número de vertebrados e invertebrados, sus excrementos y letrinas alimentan a diversos escarabajos, aportan nutrientes al suelo, y son una presa muy importante para muchos depredadores ibéricos.
Por lo tanto, si escasea –como ha ocurrido recientemente– puede afectar a muchos elementos de los ecosistemas y no solo a los depredadores.
“En nuestro estudio presentamos los datos de dos programas de seguimiento de conejo en Aragón y Doñana. En ambos casos se observó un marcado declive de la abundancia de conejo (70%-80%) tras la aparición de esta nueva variante del virus de la enfermedad hemorrágica. Parece lógico pensar que existe una asociación entre esta nueva variante y el declive reciente de los conejos, aunque se necesitan análisis más detallados”, apunta Delibes-Mateos.
Los dos programas de seguimiento están basados en datos de conejos avistados en recorridos que se repiten sistemáticamente a lo largo del tiempo.
A día de hoy se sabe poco de la nueva variante, por lo que resulta difícil decir cómo se podría frenar. “No obstante, si tomásemos como referencia lo que ocurrió con la clásica en los 90, podríamos suponer que las poblaciones más saludables superarían con mayor éxito la enfermedad. Desde este punto de vista, una gestión adecuada de las poblaciones, que favoreciera las densidades elevadas, podría mitigar su incidencia”, concluye.
En el trabajo también han participado investigadores de la Universidad de Trent (Canadá), la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y la consultora EBRONATURA.
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