Con pocos meses de edad, el ternero Dudley fue vendido a un rancho para su engorde y posterior sacrificio para la industria cárnica estadounidense. Pero ese no fue su final. La fina cuerda que lo retenía le cortó la circulación y le invalidó el pie de una de las patas traseras, que terminó amputado. Tras varias cirugías, veterinarios de la Universidad de Tennesse han logrado adaptarle una prótesis con la que podrá vivir el resto de su vida en una granja santuario. Es nuestro protagonista de #Cienciaalobestia.
Las vacas de la raza bovina Hereford, de origen inglés, son criadas y explotadas por su carne que se considera de alta calidad y por las características maternales de las hembras que lactan a sus crías hasta los dos años. Tarde o temprano, todas acaban en el matadero. Sin embargo, un ternero del Estado estadounidense de Tennessee, Dudley, no ha corrido la misma suerte, aunque su historia no está exenta de sufrimiento.
Con pocos meses de edad, Dudley fue adquirido para su engorde y posterior sacrificio. En el rancho le ataron la pata izquierda trasera con una cuerda para retenerlo, pero de tal manera que le provocó una lesión por estrangulación ya que el cordel le cortó la circulación sanguínea.
El granjero se apiadó de él y no lo sacrificó. Lo dejó en libertad en el campo e intentó curarle, pero la herida le provocó un desprendimiento del pie y una cojera durante varios meses, su columna vertebral empezó a desviarse y sufrió una atrofia muscular.
“Tenía bajo peso y sufría mucho al levantarse y andar. Si no hubiera recibido tratamiento, pronto lo hubieran podido sacrificar”, dice a Sinc David E. Anderson, experto en cirugía bovina y director del Large Animal Hospital de la Universidad de Tennessee en Knoxville (EE UU).
DAvid E. Anderson junto a Dudley, recién operado. / University of Tennessee College of Veterinary Medicine
Tras ser recatado por los miembros de The Gentle Barn, una asociación sin ánimo de lucro para la protección de animales de granja, el equipo de Anderson fue el encargado de amputarle la parte dañada de la pata, moldear el hueso y alisar su superficie para adaptarlo lo mejor posible a la prótesis, realizada por el veterinario protésico Ronnie Graves. En total, el joven toro se sometió a tres operaciones.
Tras las cirugías –las primeras de este tipo que se han realizado en la universidad estadounidense–, “hicimos un molde de su pierna a partir del cual se diseñó la prótesis. En un primer momento se creó una provisional de fibra de vidrio para que empezara a apoyar la pata. Estuvo con ella seis meses a la espera de la prótesis definitiva”, explica el experto, que ha colocado una docena de prótesis a otras reses, lamas, alpacas e incluso a un canguro.
El reto del peso
Pero según el veterinario, la parte más complicada fue trabajar con un animal de 500 kilos y ajustarle la prótesis cada día –al principio entre cuatro y seis veces al día–. En ese sentido el temperamento de la res, de carácter dócil por naturaleza comparado a otras razas de ganado, ha jugado un punto a su favor.
“Ha sido una tarea muy intensa hasta que hemos conseguido los ajustes finales. La prótesis ha tenido que ser revisada varias veces hasta que se ha logrado ajustarla bien”, informa Anderson, para quien este proceso es crítico para prevenir úlceras y otras heridas.
Dudley una vez recuperado. / The Gentle Barn
Durante todo este tiempo, Dudley realizó terapia física para reforzar sus músculos, aprender a andar confortablemente con su prótesis y mejorar su estado de salud general. Para ello recibió acupuntura y estimulación eléctrica en la Universidad de Tennessee. Pero el animal requerirá asistencia y dedicación el resto de su vida, a lo que se une el gasto de aparatos para su bienestar.
“Los animales a los que se le coloca una prótesis son totalmente dependientes del cuidador para el manejo del aparato. Estos factores han de tomarse en cuenta detenidamente cuando se evalúa a un animal que pudiera ser candidato para una prótesis”, concluye el científico.
Pero Dudley ha tenido suerte. La asociación The Gentle Barn ha abierto una granja santuario en Knoxville (Tennessee) para cuidar del joven toro junto a otros animales. “Cuando Dudley esté listo, dará esperanza y servirá de inspiración a muchos adultos y niños con discapacidades físicas”, señalan desde la organización.