Las espinacas forman parte de una dieta sana y los productores muestran interés por mejorar su cultivo dentro de los nuevos parámetros que impone la Unión Europea, cuyo objetivo es sustituir paulatinamente los abonos químicos por biofertilizantes. Conscientes de estas demandas, investigadores de la Universidad de Salamanca han identificado que la bacteria Rhizobium laguerreae mejora la producción, la calidad nutricional y el aspecto de las espinacas.
El grupo de investigación Interacciones Planta-Microorganismo del departamento de Microbiología y Genética de la Universidad de Salamanca ha identificado que la bacteria Rhizobium laguerreae mejora la producción, la calidad nutricional y el aspecto de las espinacas.
Los resultados han sido publicados en la revista Scientific Reports y abren paso al desarrollo de nuevos biofertilizantes más respetuosos con el medio ambiente, en este caso, en un cultivo con un gran interés comercial.
“Una de nuestras líneas de investigación es la búsqueda de biofertilizantes para cultivos hortícolas de alto valor añadido”, explica Raúl Rivas González, miembro del grupo. “Las espinacas entran dentro de las dietas saludables y además existe un gran interés de los productores por disponer de alternativas a los abonos químicos convencionales, porque así lo marca la legislación europea”, añade.
Entre los microorganismos considerados seguros para la agricultura se incluyen a las bacterias del género Rhizobium, así que este equipo de investigación ya ha desarrollado proyectos similares para otros cultivos. Esta vez el objetivo eran las espinacas. “Realizamos un amplio cribado con cepas de bacterias que podrían dar un buen resultado y llevamos a cabo pruebas in vitro para comprobar que se integraran bien en la planta”, explica.
Las ventajas del biofertilizante
La mejor opción resultó ser Rhizobium laguerreae por múltiples motivos. En primer lugar, aumenta la productividad, ya que las espinacas inoculadas con este microorganismo presentan hojas más grandes. En segundo lugar, se obtiene una mejora de la calidad nutricional de este alimento, con elementos como el nitrógeno y el magnesio. Finalmente, desde el punto de vista de la percepción del consumidor, también resultan más atractivas porque tienen un color verde intenso.
Parte de estos resultados se obtienen porque la bacteria, que se encuentra de forma natural en los suelos, propicia una mayor producción de clorofila. Como esta sustancia es clave en la fotosíntesis, las espinacas asimilan mejor los nutrientes y crecen más. De hecho, se denomina de los microorganismos del género Rhizobium como de “los probióticos de las plantas” por analogía con los que tienen beneficios para el organismo humano.
La Unión Europea exige la progresiva sustitución de productos agroquímicos por este tipo de soluciones biológicas que, a diferencia de los productos agroquímicos predominantes, no contaminan el entorno que les rodea. A partir de ahora, la posibilidad de emplear Rhizobium laguerreae como biofertilizante de forma comercial depende del interés de las empresas del sector. El grupo de Raúl Rivas ya ha transferido esta biotecnología en el caso de la fresa, cultivo para el que también identificaron bacterias que mejoraban la producción.
Referencia bibliográfica
Probiotic activities of Rhizobium laguerreae on growth and quality of spinach. Alejandro Jiménez-Gómez, José David Flores-Félix, Paula García-Fraile, Pedro F. Mateos, Esther Menéndez, Encarna Velázquez & Raúl Rivas. Scientific Reports volume 8, Article number: 295 (2018). doi:10.1038/s41598-017-18632-z