Las espinacas forman parte de una dieta sana y los productores muestran interés por mejorar su cultivo dentro de los nuevos parámetros que impone la Unión Europea, cuyo objetivo es sustituir paulatinamente los abonos químicos por biofertilizantes. Conscientes de estas demandas, investigadores de la Universidad de Salamanca han identificado que la bacteria Rhizobium laguerreae mejora la producción, la calidad nutricional y el aspecto de las espinacas.
Ante circunstancias extremas de falta o exceso de agua, temperatura o sal, las plantas tienen la capacidad de adaptarse. Sin embargo, esta respuesta podría verse afectada si en un mismo cultivo se combinan fertilizantes químicos y biofertilizantes. El nuevo estudio, con participación de la Universidad de Salamanca, demuestra que plantas de tomate criadas en invernadero y sometidas a un estrés salino reaccionan bien, salvo cuando son tratadas con esa doble fertilización.
Una innovación tecnológica, desarrollada en el marco del proyecto europeo DIGESMART, permitirá reducir el consumo de combustibles fósiles y reducir la huella de carbono de explotaciones agrícolas mediante laproducción de biofertilizantes obtenidos a partir de fuentes renovables.
Investigadores del Campus Internacional de Excelencia Agroalimentario ceiA3 en la Universidad de Almería patentan una nueva cepa de la especie Trichoderma saturnisporum denominada Ca1606, muy activa en el control y bioestimulación de plantas en cultivo.