Un estudio con participación española, liderado por BirdLife International, señala al mar Mediterráneo y al mar Negro como las zonas del planeta en las que los petreles y las pardelas, uno de los grupos de aves marinas más amenazados, se enfrentan a un mayor riesgo de ingerir plásticos. Los resultados ponen de relieve la necesidad de mejorar la cooperación mundial para frenar este grave tipo de contaminación, cada vez más abundante.
La contaminación por plásticos es un problema creciente en todos los mares del planeta, pero su distribución no es homogénea. Los plásticos tienden a acumularse en determinadas zonas, por efecto de las corrientes oceánicas. Al mismo tiempo, las aves marinas se distribuyen de forma heterogénea, visitando con mayor frecuencia aquellas áreas en las que se concentran sus presas, teniendo en cuenta también la influencia de los vientos.
Un nuevo estudio ha cruzado la información sobre la distribución de plásticos y aves oceánicas, para ver dónde existe mayor solapamiento y por lo tanto mayor riesgo de interacción. La investigación, que ha sido liderada por BirdLife International, se ha publicado en Nature Communications.
En el trabajo ha participado la filial española SEO/BirdLife, que ha aportado datos de pardela balear (P. mauretanicus), cenicienta mediterránea (Puffinus yelkouan) y atlántica (C. borealis). También han colaborado instituciones como el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y la Universidad de Barcelona, entre otras.
La investigación se ha centrado en los petreles y pardelas (proceláridos), uno de los grupos de aves más amenazadas del planeta. Estas aves se distribuyen por todos los mares, tanto en zonas costeras como oceánicas, y por ello constituyen excelentes indicadores del estado de conservación del medio marino. Estudiar la incidencia de los plásticos sobre este grupo puede ayudar a entender mejor los impactos de esta amenaza sobre el ecosistema en su conjunto.
Según el estudio, varias especies de pardelas y petreles ingieren este material con regularidad, sea por confundirlos con sus presas, o por ingerirlos a través de ellas. El riesgo se incrementa por el hecho de que los plásticos desprenden dimetilsulfato al descomponerse, la misma sustancia que emite el plancton y que usan estas aves para localizar, desde considerable distancia, zonas de mayor productividad (y, por lo tanto, de alimento).
En el caso de los plásticos de mayor tamaño, su ingesta y acumulación puede causar problemas de obstrucción del sistema digestivo, hasta causar la asfixia o inanición, si bien parece ser un problema que afecta a pocos ejemplares.
Por otro lado, la ingesta de pequeños plásticos (microplásticos) es más generalizada, y estudios recientes sugieren que podría tener efectos nocivos importantes. Estos contaminantes son cada vez más abundantes, pues además de llegar directamente al mar como residuo de algunos productos (como cosméticos), también aumenta su número por la descomposición y fraccionamiento de los plásticos de mayor tamaño en partículas cada vez más pequeñas.
Mapa de solapamiento entre distribución de plásticos y de petreles y pardelas a nivel global, indicando las zonas de mayor riesgo, entre las que destaca el Mediterráneo. / SEO/BirdLife
En total se han analizado datos de distribución de 7.137 ejemplares de petreles y pardelas, de 77 especies distintas a escala mundial. Con los datos disponibles, el Mediterráneo y mar Negro destacan como zonas de mayor riesgo identificadas por el estudio.
Ello implica que las especies propias de esta cuenca son las más expuestas al problema de los plásticos, con las pardelas mediterránea y balear a la cabeza, ambas amenazadas globalmente y con las calificaciones de vulnerable y críticamente amenazada, respectivamente.
Infografía del riesgo de exposición al plástico para las aves marinas analizadas. / Dan Barret
“Los resultados del estudio muestran la relevancia del problema de los plásticos para especies de nuestra competencia directa, especialmente la endémica pardela balear”, destaca Pep Arcos, coordinador del Programa Marino de SEO/BirdLife y uno de los coautores del artículo.
“Hasta ahora sabemos que hay una elevada incidencia de plásticos en las tres especies de pardelas propias del Mediterráneo, pero a la vista de los resultados de este artículo debemos intensificar nuestros esfuerzos para entender su impacto real”, añade.
Ejemplar de pardela balear. / Pep Arcos / SEO/BirdLife
Por su parte, Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife y también coautora del artículo, afirma que “el estudio es otra evidencia científica de la necesidad urgente de cambiar el modelo de producción y consumo. Nuestros mares y océanos están altamente contaminados y el plástico es uno de los factores de riesgo más altos para la fauna.
Ruiz añade que “la ciencia aporta conocimiento y es imprescindible seguir apostando por ella; pero debemos conseguir que llegue a calar en la toma de decisiones para que se apliquen las medidas necesarias para acabar con modelos que ponen en riesgo nuestro autentico patrimonio, la naturaleza”.
Referencia:
Bethany Clark et al. “Global assessment of marine plastic exposure risk for oceanic birds”. Nature Communications (2023)