Un equipo de geólogos, arqueólogos y geógrafos acaba de finalizar una campaña en el Pirineo aragonés de extracción de testigos de sedimento del fondo del lago de la Basa de la Mora (Ibón de Plan), en el marco de un proyecto de investigación que pretende reconstruir los principales cambios climáticos rápidos (ocurridos en sólo unas décadas) de los últimos 25.000 años.
El estudio analizará la reacción ante esta variabilidad climática de los ecosistemas pirenaicos y de las sociedades humanas que los habitaban durante el Pleistoceno Superior y el Holoceno, con el objetivo de mitigar los efectos del calentamiento global en el futuro.
El responsable del trabajo e investigador del CSIC, Blas Valero, afirma: “Comprender la compleja relación entre las personas y el medio ambiente en los últimos milenios es fundamental para poder adaptarse a escenarios futuros marcados por el calentamiento global”. Este geólogo del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) explica que tan importantes son los cambios del clima como la velocidad a la que se producen estos cambios, una de las variables que intentarán analizar y que se denomina tasa de cambio.
El equipo multidisciplinar del CSIC, la Universidad de Zaragoza y la Universidad de Barcelona permaneció cinco días en el Valle de Chistau, donde un helicóptero trasladó los materiales de la campaña, dado el difícil acceso a la zona. Tras construir una plataforma flotante donde realizaron las primeras mediciones con un sondeador con el que obtuvieron testigos de hasta 13 metros de profundidad en el lago, los investigadores se trasladaron a una turbera donde tomar los últimos testigos.
Otra de las investigadoras del CSIC que participaron en la campaña, Ana Moreno, detalla: “Trabajamos en el Pirineo porque, como todas las zonas montañosas, se trata de un ecosistema especialmente sensible a los cambios climáticos y es más fácil que queden registradas pequeñas variaciones del clima”.
El lago como paleopluviómetro
“Elegimos los lagos para sondear porque son algunos de los mejores archivos paleoclimáticos: muestran muy bien las variaciones en la cantidad de precipitación y se puede obtener una señal de alta resolución, es decir, se puede diferenciar bien lo que ocurrió a escalas temporales de gran detalle, desde décadas a cientos de años”, añade Moreno.
En Paleoclimatología, además de con registros lacustres, se trabaja con registros marinos, sondeos de hielo, estalagmitas, anillos de los árboles, etc. El trabajo incluirá de forma pionera información de la ocupación del territorio, los fenómenos migratorios y los usos del suelo, además del análisis de los parámetros sedimentológicos y biológicos en los sondeos obtenidos, y de los datos climáticos instrumentales.
“Esta visión es totalmente innovadora porque pretende integrar investigaciones muy distintas sobre cambio global, con el fin de conseguir una perspectiva más completa de cómo ha variado la interacción entre las personas y el medio ambiente en los últimos milenios”, subraya Moreno.