Una de las razones para pensar que los dinosaurios fueron de sangre fría es que sus huesos poseen líneas de paro de crecimiento propias de este tipo de animales. Este argumento se ha venido abajo con un trabajo del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont. Los investigadores han encontrado estas líneas en mamíferos, de sangre caliente, al estudiar los huesos de 41 especies de rumiantes actuales.
Después de 40 años de discusión paleontológica, Nature ha publicado un trabajo que desbanca uno de los argumentos más sólidos para creer que los dinosaurios eran de sangre fría. “Como son antiguos reptiles, siempre se había pensado así”, dice a SINC Meike Köler, investigadora del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP) y primera autora del estudio.
El trabajo infiere el metabolismo de los dinosaurios a partir del análisis de 115 fémures derechos de 41 especies de mamíferos rumiantes actuales. Hasta ahora, se pensaba que las llamadas ‘líneas de paro del crecimiento’ (LAGs) en los huesos eran exclusivas de los animales de sangre fría. En cambio, los resultados también muestran estas huellas en los animales analizados.
“Nadie había estudiado los huesos de los mamíferos a fondo, no existe ningún estudio consistente y exhaustivo sobre este tema”, destaca a SINC Köler. De este modo, los científicos del ICP han descartado la hipótesis sobre la cual se sustentaba la ectotermia de los dinosaurios.
Hace un año, un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de California publicó en Science que los saurópodos tenían una temperatura corporal de entre 36 ºC y 38 ºC a partir del estudio del esmalte de los dientes fosilizados. Sin embargo, los científicos no podían concluir si estos dinosaurios de grandes dimensiones compartían mecanismos de regulación interna con los mamíferos, o por el contrario, necesitaban condicionantes externos para regular su temperatura, como los reptiles modernos.
En los animales conocidos como ‘de sangre fría’, o ectotérmicos, la temperatura de su organismo depende de la ambiental. Durante las estaciones frías y secas, su ritmo metabólico se ralentiza para aprovechar las fuentes de calor externas. En los períodos favorables, “no tienen un mecanismo interno que les permita acelerar el crecimiento”, explica Köler. Por eso, el tamaño de algunas especies de dinosaurios ha hecho dudar a los científicos de que estos animales, considerados ‘de sangre fría’, pudieran crecer tanto y tan rápido.
‘Líneas de paro del crecimiento’
El tejido óseo de los dinosaurios siempre había sido una contradicción. Sus huesos presentaban LAGs pero aun así existieron especies de grandes dimensiones, como un diplodocus. Otros animales de sangre fría con estas marcas, como los cocodrilos, crecen muy lentamente durante los meses más favorables a su organismo. “Un cocodrilo necesitaría un siglo para medir cuatro metros porque su capacidad de crecimiento es treinta veces menor que la de un animal de sangre caliente”, dice Köler.
La investigadora describe las marcas en los huesos de los dinosaurios como líneas de paro del crecimiento muy delgadas y oscuras, que siempre se alternan con otros anillos más anchos y ligeros por la perforación de la vascularización –por donde circulaba su sangre–. Las marcas más holgadas del hueso indican la capacidad de su metabolismo para crecer rápidamente, de donde los científicos deducen que tenían una alta tasa metabólica, propia de los animales de sangre caliente.
El comunicado del ICP señala que el hallazgo se hizo por casualidad: “No diseñamos un estudio para encontrar la respuesta a la termofisiología de los dinosaurios, solo pretendíamos conocer mejor la fisiología de los mamíferos actuales y queríamos entender cómo les afecta el ambiente”, confiesa Köhler.
Referencia bibliográfica:
Köler, M.; Marin, N.; Jordana, X.; Aanes, R. “Seasonal bone growth and physiology in endoterms shed light on dinosaur physiology”. Nature 7404 (486): 1-4, 28 de junio de 2012. DOI:10.1038/nature11177
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