Un total de 25 sociedades científicas estatales y 1.109 científicos e investigadores se oponen, a través de un manifiesto, a la nueva propuesta de legalización de cultivos en el entorno del Parque Nacional de Doñana. Los expertos afirman que esto podría agravar aún más la difícil situación en la que ya se encuentra el espacio natural.
El Parque Nacional y Natural de Doñana es uno de los espacios naturales más valiosos de nuestro país –y del mundo– por su gran biodiversidad y riqueza de ecosistemas, muchos de los cuales albergan especies únicas.
Desde hace varios años, los científicos vienen alertando de que este territorio emblemático, situado en la desembocadura del río Guadalquivir, está gravemente amenazado por dos motivos: el cambio climático, ya que cada vez se suceden más episodios de lluvias torrenciales puntuales, seguidos de largos periodos de sequía; y la sobreexplotación del acuífero para uso agrícola. Esto está teniendo grandes repercusiones en la biodiversidad de la zona porque muchas especies dependen directamente de la cantidad y calidad del agua para completar su ciclo de vida.
Ahora, la decisión del Parlamento de Andalucía de aprobar la tramitación de un plan para modificar las zonas de regadío del entorno de Doñana y aumentar la superficie legal de riego pone aún más en riesgo a esta área protegida.
Por eso, un total de 25 sociedades científicas estatales que forman parte del Grupo de Sociedades Científicas por la Conservación del Patrimonio Natural (SOCINAT), junto con 1.109 investigadores y científicos del ámbito de la biodiversidad y geodiversidad, han firmado un manifiesto a favor de la protección de Doñana y contrario a la legalización de cultivos en el entorno del parque nacional.
Este documento explica que la información sobre la evolución de los diferentes parámetros hidrogeológicos, hidrológicos y biológicos de Doñana, resultado de los múltiples estudios llevados a cabo en las últimas décadas, no deja margen de duda sobre el deterioro del parque nacional. Por lo tanto, insisten en el hecho de que se debe replantear el modelo de planificación y gestión territorial en la zona, remediarse las amenazas que se ciernen sobre este espacio natural y evitar cualquier incremento de la superficie de regadío en el entorno.
“Al crecimiento legal de miles de hectáreas de nuevos cultivos se une el crecimiento desordenado de la agricultura, con centenares de extracciones ilegales de agua e incluso ocupaciones de montes públicos que son roturados para poner invernaderos. Este intenso consumo de agua hace que el acuífero descienda, con lo que las lagunas del interior del área protegida dejan de llenarse y desaparecen.”, explicaba a SINC Eloy Revilla, investigador del CSIC y director de la Estación Biológica de Doñana, en un artículo de opinión publicado el pasado mes de junio.
Además, con un respaldo sin precedentes en el campo de la ciencia española, el manifiesto apunta que ya existen afecciones dañinas sobre el ecosistemas y enumera importantes cambios en la distribución de las comunidades vegetales. A esto hay que sumarle la desaparición de plantas, tendencias negativas relevantes en especies amenazadas de aves, y en organismos dependientes de hábitats acuáticos, como libélulas, peces, anfibios, reptiles y un largo etcétera, que están erosionando gravemente la biodiversidad del parque.
También señala que la resiliencia del ecosistema ya ha sido gravemente afectada y que la tendencia se agravará y tornará irreversible si no se limitan las causas del drástico cambio que está sufriendo Doñana y su entorno.
“Las especiales comunidades vegetales que cubrían las cubetas de las lagunas temporales están siendo sustituidas por matorral y pinar, mientras que las plantas y animales acuáticos de Doñana son cada vez más raros. El descenso del nivel freático está detrás de estos cambios”, indicaba Revilla.
Por ello, lamentan la decisión tomada por el Parlamento de Andalucía, pese a la oposición del Gobierno Estatal, el organismo de cuenca, las organizaciones ecologistas, sociales y políticas, buena parte de los agricultores afectados y las advertencias de organismos internacionales.
Ante esta situación, las sociedades científicas e investigadores firmantes desde diferentes ámbitos de la ciencia, manifiestan que las presiones globales a las que se enfrenta Doñana son alarmantes e insostenibles, que cualquier incremento de la superficie de regadío resulta una amenaza que desoye la evidencia científica, y que la legislación presenta herramientas suficientes, que deben aplicarse, para frenar el deterioro al que se encuentra sometido Doñana.