Un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford, en EE UU, ha recopilado la actividad física de más de 700.000 personas en todo el mundo gracias a sus smartphones. Su objetivo es explicar los altos índices de obesidad usando como herramienta de investigación estos dispositivos. Los resultados revelan una gran desigualdad en la actividad física analizada.
Cada año más de cinco millones de personas mueren por alguna causa relacionada con la falta de ejercicio. Un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Nature ha analizado los datos de miles de teléfonos inteligentes para medir los niveles de actividad física por países.
Durante meses, científicos de la Universidad de Stanford (EE UU) han recopilado información de más de 700.000 hombres y mujeres en todo el mundo a través de Azumio Argus, una aplicación móvil que rastrea el nivel de ejercicio realizado, entre otros factores relacionados con la salud.
Gracias a los pequeños sensores de los smartphones, que pueden registrar automáticamente movimientos escalonados, los autores han observado que existe desigualdad en la distribución de la actividad física.
De este modo, los países con las mayores diferencias entre la gente que camina grandes distancias y la que lo hace poco, es decir, con más desigualdad en la actividad, coinciden con aquellos cuyas tasas de obesidad son más elevadas.
El trabajo incorpora datos como la edad, el género, la altura y el peso de forma anónima para calcular el índice de masa corporal de cada persona. Así, el texto revela que la obesidad se incrementa más rápidamente en mujeres que en hombres cuando dicha desigualdad aumenta.
Además, para entender mejor las causas y las consecuencias de estas variaciones en entornos urbanos, el grupo de científicos ha relacionado la base de datos obtenida de smartphones con estudios previos sobre la edificación de varias ciudades americanas y han observado que las ciudades más propicias para caminar tienen menor desigualdad en la actividad física realizada.
Ciudades más aptas para caminar
Los resultados se basan principalmente en los datos de 46 países con una muestra superior a mil personas cada uno. No obstante, ha sido necesario cotejarlos con métodos computacionales más rigurosos para demostrar la validez de este nuevo enfoque.
"La metodología era tan nueva que los revisores dudaban al principio", afirma Jure Leskovec, principal autor de este estudio. Ahora, los científicos de Stanford están buscando nuevas maneras de aprovechar esta herramienta tecnológica de investigación.
Según señala Abby C. King, coautor y profesor de medicina en Standford, “con las apps y los sensores apropiados podemos impulsar esta investigación. Podríamos examinar de qué modo la actividad o la inactividad puede afectar al estrés o a la salud mental, así como estudiar la manera de mejorar nuestros entornos para promover el ejercicio".
Los autores esperan que su trabajo contribuya a mejorar las campañas de salud pública contra la obesidad así como a apoyar las políticas para hacer las ciudades más aptas para caminar.
Referencia bibliográfica:
J. Leskovec et all. "Large-scale physical activity data reveal worldwide activity inequality". Nature, 10 de julio de 2017. DOI 10.1038/nature23018 http://nature.com/articles/doi:10.1038/nature23018