Para tener un cerebro sano hay que hacer ejercicio. Los neurólogos recomiendan practicar 30 minutos durante 5 días a la semana para potenciar sus efectos, mejorar la memoria y el aprendizaje y disminuir el riesgo de deterioro cognitivo. Estos beneficios intelectuales se transmiten también a los hijos y nietos, según los últimos estudios.
Realizar más actividad física de intensidad moderada en las horas finales del día se asocia con una mejor metabolización del azúcar en sangre en hombres y mujeres con sobrepeso, especialmente, en personas con riesgo de resistencia a la insulina o diabetes tipo 2, según indica una investigación dirigida por la Universidad de Granada.
Ambos factores pueden ayudar a superar los déficits de función pulmonar en la primera infancia, con importantes implicaciones para la salud respiratoria a largo plazo, según un nuevo estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona.
Esta actividad puede reducir hasta un 30 % el riesgo de cáncer de mama, colon, vejiga urinaria, endometrio, esófago y estómago, y en casi el 20 % el riesgo de mortalidad específica por cáncer, según la Sociedad Española de Oncología Médica. Eso sí, sin olvidar evitar el tabaco, el alcohol, la mala alimentación, el sedentarismo, la obesidad y la exposición solar sin protección, responsables de un tercio de las muertes.
Investigadores españoles han probado que disminuye a la mitad el riesgo de desgarros perineales, reduce en un 13 % el riesgo de cesárea y hasta en un 21 % el riesgo de macrosomías, entre otras ventajas. Estos resultados se han publicado en seis revisiones científicas.
Un estudio internacional demuestra que cuanto más se camina, menor es el riesgo de muerte, aunque apenas se den 3 967 pasos cada día. Los investigadores analizaron la actividad física de más de 200 000 personas, con una edad media de 64 años.
Un nuevo estudio revela que los efectos positivos de esta medida, dada la disminución de la contaminación atmosférica y el ruido, no compensarían las consecuencias negativas de la caída en los niveles de actividad física si los encierros se hubiesen mantenido durante doce meses.
Tras analizar a más de un millón de adultos residentes en la capital, investigadores de la Universidad de Alcalá muestran que las áreas con menos instalaciones deportivas presentan un 22 % más de obesidad y un 38 % más diabetes. El efecto es mayor en zonas de bajo nivel socioeconómico, y aún más en mujeres. Instan a los ayuntamientos a estimular el deporte inclusivo para reducir las desigualdades en salud.
Un equipo de científicos de la Universidad de Alcalá ha estudiado el uso que se le da a las zonas verdes de la capital en tres barrios con niveles socioeconómicos alto, medio y bajo. El mantenimiento y la seguridad de las instalaciones son determinantes, así como las condiciones de vida y la precariedad laboral de los vecinos.
La actividad artística ralentiza el proceso de envejecimiento y fomenta la plena participación del colectivo en la sociedad, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid que se ha realizado en dos localidades de Castilla-La Mancha.