Investigadores estadounidenses confirman, en un estudio que se publica esta semana en Science, que los efectos reales de las emisiones de CO2 en la atmósfera son diferentes a los que vaticinan el Protocolo de Kyoto y el Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático (IPCC), porque olvidan calcular la interacción de los gases con los aerosoles. El nuevo hallazgo ayudaría a mejorar las estrategias para frenar el calentamiento global.
Investigadores de la Universidad de Columbia en Nueva York (EEUU) y del Instituto Goddard para el Estudio del Espacio de la NASA (EEUU) han utilizado una simulación computarizada que une la composición atmosférica y el clima. Los resultados demuestran que las interacciones entre gases y aerosoles pueden alterar la acumulación de esos gases en la atmósfera.
“Las interacciones entre los gases y los aerosoles en la atmósfera son tan fuertes que tienen un efectos sustancial en los cálculos de la contribución de las diferentes emisiones. El cálculo del posible calentamiento global es usado por el Protocolo de Kyoto, pero estos valores son incorrectos porque omiten estas interacciones”, señala a SINC Drew Shindell, autor principal e investigador en el Instituto Goddard para el Estudio del Espacio de la NASA.
El estudio, que publica esta semana Science, demuestra que el metano, en particular, tiene un mayor impacto en la atmósfera, comparado a lo que los esquemas de comercio de carbono y las políticas globales reconocen en la actualidad. Esto se debe a la consideración de las interacciones del metano con los aerosoles.
Los investigadores sugieren que las políticas futuras correspondientes a las emisiones de gases y calentamiento global deberían también tomar en cuenta las interacciones gas-aerosol. “Las reducciones en las emisiones de metano son incluso una manera más poderosa de limitar el cambio climático”, añade Shindell.
Según los científicos, los resultados de la investigación ayudarían a los investigadores a revisar y mejorar las estrategias para frenar el calentamiento global gracias a la reducción de ciertas emisiones de gas por parte de fuentes humanas. “Si no se tienen en cuenta las interacciones con los aerosoles tomaremos decisiones ineficientes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, apunta el científico estadounidense.
Relación entre contaminación del aire y cambio climático
Otros dos estudios publicados también en Science tratan la contaminación del aire y los efectos del cambio climático. En una primera investigación, David Parrish, científico d la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en Boulder (EEUU), y Tong Zhu, investigador en la Universidad de Peking (China) abordan las oportunidades que las megaciudades (centros urbanos con poblaciones con más de 10 millones de habitantes) presentan para desacelerar el índice actual de cambio climático alrededor del mundo.
El equipo internacional de científicos destaca cómo la calidad óptima del aire y las políticas de cambio climático podrían ser añadidas de manera eficaz en las áreas con una alta densidad de población.
El científico Almut Ameth de la Universidad de Helsinki (Finlandia) y sus colegas discuten en otro estudio de la “enigmática” relación entre calidad de aire y cambio climático, y si los controles sobre la contaminación del aire de hecho acelerarán o mitigarán los efectos del cambio climático global.
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Referencia bibliográfica:
D.T. Shindell; G. Faluvegi; D.M. Koch; G.A. Schmidt; N. Unger; S.E. Bauer. “Improved Attribution of Climate Forcing to Emissions” Science vol 326, 30 de octubre de 2009.