Un equipo internacional de investigadores ha estudiado la distribución de las especies vegetales en ambientes montañosos. El trabajo confirma que las comunidades de plantas montañosas no son tan resistentes frente a las invasiones de plantas exóticas. Los científicos también alertan de que éstas pueden ser más agresivas en un escenario de calentamiento global.
En 2005, científicos de diferentes centros científicos de España, Alemania, Suiza, Australia, EE UU y Chile crearon la Red de Investigación de Invasiones de Montaña (MIREN, por sus siglas en inglés) para estudiar la distribución de especies exóticas en ambientes de alta montaña y diseñar experimentos que confirmen la capacidad invasora de ciertas especies en ambientes de alta montaña.
“Estas comunidades de plantas de ambientes alpinos eran consideradas hasta ahora poco vulnerables a este tipo de perturbación ambiental”, señala a SINC José Ramón Arévalo, uno de los autores del estudio, e investigador en el Departamento de Ecología de la Universidad de La Laguna. Sin embargo, sus experimentos ponen de manifiesto “la errónea visión que se tiene sobre esta supuesta protección y resistencia de ambientes montañosos contra las especies invasoras”, añade el experto.
En el pico del Teide (Tenerife) las plantas invasoras también invaden los territorios de las autóctonas.
El estudio, publicado recientemente en Frontiers in Ecology and The Environment y que se enmarca dentro MIREN, ha permitido identificar los factores que favorecen la vulnerabilidad que tienen las plantas de estas áreas a las invasiones de otras especies.
Entre otros factores, los científicos destacan la facilidad de llegada de propágulos (modalidad de reproducción asexual en vegetales por la que se obtienen nuevas plantas) debido a la actividad humana, así como el aumento de perturbaciones, la poca resistencia biológica de las comunidades de plantas invadidas, el aumento del transporte entre zonas de alta montaña alejadas, y el estimado según modelos de cambio climático global, “que facilitaría el establecimiento de plantas invasoras también para la reproducción”, manifiesta el ecólogo.
Una agenda de trabajo contra las invasiones
El trabajo realizado en los últimos cinco años demuestra que “las invasiones pueden ser un factor de perturbación más extenso y serio de lo que se solía pensar”, apunta Arévalo. Los científicos sugieren además la necesidad de establecer una agenda de trabajo que valore “no sólo las invasiones presentes, sino también las que se puedan dar en el futuro en ambientes montañosos”, advierte el investigador.
La protección y, sobre todo, la prevención de las invasiones podrían realizarse con trabajos experimentales y de modelización. Según Arévalo, “la invasión biológica no es un hecho, sino un proceso de imbricación de las especies en el hábitat de acogida que hace mucho más efectiva y factible la prevención que la erradicación”.
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Referencia bibliográfica:
Pauchard, Anibal; Kueffer, Christoph; Dietz, Hansjoerg; Daehler, Curtis C.; Alexander, Jake; Edwards, Peter J.; Arévalo, José Ramón; Cavieres, Lohengrin A.; Guisan, Antoine; Haider, Sylvia; Jakobs, Gabi; McDougall, Keith; Millar, Constance I.; Naylor, Bridgett J.; Parks, Catherine G.; Rew, Lisa J.; Seipel, Tim. “Ain’t no mountain high enough: plant invasions reaching new elevations” Frontiers in Ecology and The Environment 7(9): 479-486 noviembre de 2009.
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