Un equipo internacional de científicos demuestra, en el último número de la revista Science, que la pesca de especies que se encuentran a final de la cadena alimentaria perjudica en varios aspectos a los ecosistemas marinos. La desaparición parcial de sardinas, arenques y macarelas afecta directamente a mamíferos y aves marinas, y a peces más grandes.
Hasta ahora los científicos habían dejado claro que la captura de depredadores marinos situados en la cima de la cadena alimenticia tiene efectos severos sobre las especies de menor nivel trófico. Un nuevo estudio demuestra ahora, en la revista Science, que la pesca de especies de niveles inferiores también perjudica.
“La sobrepesca de especies de los últimos niveles tiene efectos en otras especies de la cadena alimenticia, sobre todo en depredadores dependientes de estos pequeños peces. La pesca de estas especies compite con los predadores por la misma fuente de alimento”, explica a SINC Anthony D.M. Smith, autor principal del estudio e investigador en la Organización de la Comunidad de Investigación Científica e Industrial (Australia).
El equipo de científicos revisó cinco ecosistemas de todo el mundo y descubrió que pescar anchoas, sardinas, arenques y macarelas, incluso a niveles sostenibles, tiene impactos en mamíferos marinos, aves marinas, tiburones y peces más grandes y comercialmente importantes.
“Pero no todas las especies de niveles superiores están afectadas de forma negativa. Algunas incluso aumentan sus poblaciones cuando los pequeños peces son sobreexplotados”, añade Smith.
Para llegar a sus resultados, los investigadores sometieron a diferentes especies de peces de niveles inferiores a varias presiones de pesca. Según el estudio, pescar los peces más abundantes en un ecosistema, o los que están más arriba en la red alimenticia, tiende a tener los mayores impactos en esos ecosistemas.
“La recolección de anchoas frente a la costa de Humboldt (California) impacta fuertemente en el ecosistema, pero recolección en el sureste de Australia tiene sólo efectos mínimos”, declaran los científicos.
Pescar pero también conservar
Para el equipo de investigación, reducir a la mitad las tasas de explotación de ciertas especies de niveles inferiores permitiría a las pesquerías lograr un 80% de sus producciones sostenibles máximas al tiempo que reducirían el impacto en ecosistemas marinos.
“Otras medidas que podrían ser útiles son la inclusión de áreas cerradas para la pesca y para alimentar a colonias de mamíferos o aves marinas como los pingüinos”, añade Smith.
Estos hallazgos ayudarían a ofrecer estrategias de recolección para asegurar que las pesquerías mantengan producciones sustanciales y protejan a los ecosistemas del colapso.