Científicos españoles han estudiado por primera vez cómo cuatro especies de petreles antárticos compiten por los recursos en la época no reproductiva. Según sus conclusiones, la segregación espacial, medioambiental y trófica es el factor esencial que permite optimizar la búsqueda de alimento y garantizar así la coexistencia de estos animales.
Un nuevo estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha determinado que la segregación es clave en la supervivencia de cuatro especies de petreles antárticos, aves de pequeño tamaño que se alimentan principalmente de krill, durante el periodo no reproductivo.
Según explican los investigadores en el artículo publicado en Scientific Reports, el modo en que las aves marinas, particularmente las de pequeño tamaño, compiten por los recursos en la época no reproductiva había sido poco estudiado hasta ahora.
Por primera vez, sirviéndose de nuevos aparatos de seguimiento, los científicos abordan en este trabajo el papel potencial de la segregación espacial, medioambiental (cambio de hábitat) y trófica (cambios en la cadena alimenticia) en la partición del nicho ecológico o reparto de recursos.
“Uno de las principales restricciones de los depredadores marinos durante el periodo reproductor es poder optimizar la búsqueda del alimento con las tareas reproductivas. Esta restricción es especialmente importante en aves marinas coloniales, dónde la competencia por los recursos tróficos entre especies es muy alta, situación que provoca que diferentes especies reproduciéndose en un mismo lugar se vean obligadas a repartirse los recursos disponibles segregándose espacialmente o temporalmente” destaca Joan Navarro, investigador de la Estación Biológica de Doñana y uno de los autores del estudio.
“Si bien estos mecanismos ecológicos se han estudiado durante el periodo reproductor, el número de investigaciones llevadas a cabo durante el periodo no reproductor es muy reducido”, añade.
Los investigadores llevaron a cabo su estudio en la isla subantártica de Bird Island, en el archipiélago de las Georgia del Sur. Para ello colocaron geolocalizadores por niveles de luz en 100 ejemplares de cuatro especies de petreles: Pelecanoides urinatrix, Pelecanoides georgicus, Pachyptila turtur y Halobaena caerulea.
“Los resultados muestran una evidente segregación espacial y segregación en el nicho ecológico entre las especies estudiadas, mostrando nuevos indicios sobre los mecanismos ecológicos, principalmente relacionados con la reducción en la competencia por los recursos tróficos durante el periodo no reproductor, que explicarían la coexistencia de estos abundantes depredadores subantárticos en zonas comunes de nidificación”, agrega Navarro.
Durante la temporada de cría, los científicos recopilaron los geolocalizadores con la información registrada de todas las posiciones de las aves marcadas durante un año.
Además, recogieron una serie de medidas morfométricas y muestras biológicas (sangre y plumas) para analizar su contenido isotópico en todos los individuos marcados y así determinar el nicho trófico explotado por cada especie. Posteriormente, con la información de los geolocalizadores, los resultados isotópicos y la información oceanográfica obtenida mediante imágenes satelitales, desarrollaron modelos de nicho ecológico.
Referencia bibliográfica:
Navarro, J. “Spatial distribution and ecological niches of non-breeding planktivorous petrels.” Scientific Reports. DOI: 10.1038/srep12164