Las larvas de la rana verde centroeuropea (Pelophylax lessonae) tienen una asombrosa capacidad para crecer a diferente ritmo en función de los cambios en la temperatura. Según un nuevo estudio, esta especie, que necesita ambientes relativamente cálidos para reproducirse, acelera su capacidad de crecimiento en Suecia en la época más cálida para aprovechar al máximo los escasos periodos de altas temperatura. Este aspecto puede ser la clave de su supervivencia en climas fríos.
Dos científicos de la Universidad de Uppsala (Suecia) han estudiado el efecto de la temperatura en el crecimiento y desarrollo de la rana verde centroeuropea (Pelophylax lessonae), una especie que necesita ambientes relativamente cálidos para reproducirse y para que sus larvas se desarrollen.
El estudio que publica la revista Evolutionary Applications explica cómo las larvas de todas las poblaciones estudiadas en Suecia, Letonia y Polonia crecen al mismo ritmo en condiciones de temperatura baja. Sin embargo, cuando las condiciones son mejores, a temperaturas más altas, las larvas de las ranas que habitan en Suecia son capaces de crecer más rápido que las ranas de Centroeuropa (Polonia o Letonia).
“Como estos periodos de alta temperatura son menos frecuentes en Suecia que en Polonia o Letonia, esta mayor capacidad de crecimiento bajo condiciones cálidas las hace capaces de aprovechar al máximo los escasos periodos de altas temperatura. Así pueden completar su ciclo vital (tan dependiente del calor) en latitudes altas como las de Escandinavia”, dice a Sinc el científico español Germán Orizaola, coautor del trabajo e investigador del departamento de Ecología y Genética de la Universidad de Uppsala.
En Suecia, la reproducción de esta especie no comienza hasta que el agua de las charcas alcanza una temperatura de unos 16 ºC –normalmente nunca antes de mediados o finales de mayo–. Al compararla con otras especies de rana como las Rana temporaria y Rana arvalis, estas se reproducen mucho más temprano (incluso dos meses antes), tan pronto como las charcas se deshielan.
“Teniendo en cuenta que una vez que el otoño llega la temperatura de las charcas baja hasta niveles que impiden que las larvas puedan seguir desarrollándose, el período que estas tienen para desarrollarse en latitudes norteñas es muy reducido”, asegura el investigador.
Para realizar el estudio, los investigadores recorrieron el área de distribución de la rana verde centroeuropea en la zona del mar Báltico durante el mes de mayo de 2006, coincidiendo con el periodo de reproducción de esta especie, e iniciaron los muestreos en Polonia. En todas las localidades recogieron puestas de diez hembras distintas para tener una buena representación de la variabilidad genética de la población.
“Una vez recolectadas estas puestas volvimos a nuestro laboratorio de la Universidad de Uppsala donde se desarrollaron los experimentos. Las puestas de las tres poblaciones suecas fueran recolectadas a principios de junio, coincidiendo con el inicio de la reproducción de la especies en la zona”, señala Orizaola.
Una vez con las puestas en el laboratorio, desarrollaron el experimento en dos habitaciones de temperatura contralada, una a 19 °C (baja temperatura para esta especie) y otra a 26 °C (alta temperatura). En cada una de estas habitaciones criaron larvas de las distintas puestas recolectadas en cada población
El grado de plasticidad para cada rasgo estudiado lo obtuvieron de cada puesta comparando estos rasgos entre hermanos criados a cada una de las dos temperaturas. Una mayor diferencia en los valores de crecimiento y desarrollo entre larvas criadas a distinta temperatura indica una mayor plasticidad.
La plasticidad las salva
Los dos aspectos que son clave en el desarrollo de las larvas de anfibios son la duración del periodo larvario; y el tamaño de los juveniles en el momento de la metamorfosis. En principio, la situación más ventajosa es completar la metamorfosis en el tiempo más corto posible y con la mayor masa posible.
“La mayor plasticidad de las ranas verdes que crían en Suecia se refleja en el hecho de que las larvas son capaces de maximizar su crecimiento en los escasos períodos de calor que experimentan en estas latitudes”, añade el experto.
Esta capacidad que tienen los organismos de desarrollar diferentes estrategias vitales (diferentes fenotipos) en respuesta a diferentes condiciones ambientales sin necesidad de ningún cambio en su composición genética es lo que permite sobrevivir a estas larvas de rana.
Este podría ser uno de los rasgos clave que explican la supervivencia de estas poblaciones en climas en principio desfavorables, ya que una especie tan dependiente de calor difícilmente puede mantener poblaciones en latitudes tan norteñas como la zona central de Suecia.
“La mayor plasticidad de las larvas de la poblaciones suecas se muestra en el hecho de que mientras que no hay diferencias en la tasa de crecimiento entre las tres áreas geográficas a baja temperatura, las larvas de poblaciones suecas son capaces de crecer a un ritmo mucho mayor que las de localidades polacas o letonas cuando están expuestas a altas temperaturas”, concluye el investigador.
Referencia bibliográfica:
German Orizaola y Anssi Laurila. “Developmental plasticity increases at the northern range margin in a warm-dependent amphibian”. Evolutionary Applications doi:10.1111/eva.12349
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