En España cada vez ha sido y es frecuente la construcción de infraestructuras transversales de los ríos para el aprovechamiento o encauzamiento del agua, tales como las presas, las centrales hidroeléctricas, los azudes, los puentes, los pasos de agua o las estaciones de aforo, entre otras actuaciones. En general, todas estas infraestructuras se construyen sin tener en cuenta, en muchos casos, el perjuicio que conllevan para el hábitat de las especies piscícolas, entre ellas, la trucha común.
Para salvar estas barreras, las empresas construyen unos canales o alternativas de paso de las obras transversales por donde pasan los peces para continuar con su recorrido hasta el nacimiento del río; canales por los que muchas veces no pueden pasar debido a su inclinación o a otros obstáculos y dificultades.
Conseguir analizar cuáles son las condiciones óptimas de estos canales a través del análisis del nado de la trucha, es el objetivo que persigue el proyecto Estudio de la velocidad óptima de natación de la trucha común para superar barreras de velocidad, del estudiante de Ingeniería de Montes, Jorge Ruiz Legazpi, galardonado con el premio ¿Investigamos? correspondiente a su última edición, la de 2008, que concede el centro tecnológico agrario Itagra.ct, ubicado en Palencia. La idea es que, con un mejor conocimiento de las cualidades del pez, podrían perfeccionarse las obras de los ríos y así facilitar su migración.
“En nuestro país no se tienen en cuenta los problemas que las infraestructuras acarrean a los peces, a la hora de llevar a cabo la búsqueda de alimentos, de refugio o de lugares para su reproducción”, apunta el investigador, quien reconoce que “es necesario construir unos canales óptimos para el desplazamiento de la trucha y evitar así un retraso en la migración ya que puede ser problemático para la freza o desove de los peces y, por lo tanto, para la supervivencia de la especie”. Un ejemplo de ello es lo que ha sucedido en el caso del esturión en España, que “ha desaparecido por este motivo”, asegura Ruiz.
Velocidad de la trucha
Para analizar qué condiciones debe tener un canal para facilitar el paso de las truchas, Jorge Ruiz ha construido un canal con una pendiente de 10 metros de longitud en una piscifactoría de un pueblo leonés, Vegas del Condado, que reunía las condiciones adecuadas para hacerlo.
En dicho canal, “soltamos el agua que nosotros queremos y la trucha, que tiende a subir, ya que la caída del agua es como una llamada, y comienza a nadar”, dice Ruiz Legazpi quien explica, que “es a partir de ese momento cuando, gracias a las cámaras de grabación instaladas cada medio metro del canal, conseguimos averiguar las velocidades máximas de la trucha común, el tiempo de fatiga y las distancias máximas que recorre. Todos estos aspectos resultan muy útiles para conocer más datos acerca de su comportamiento y para establecer a posteriori una base de datos”, puntualiza Jorge Ruiz.
Tras el visionado de la grabación, comienza el estudio de los datos. “Para obtener la velocidad del pez, sumamos la velocidad relativa, que se obtiene de la división entre la distancia recorrida y el tiempo empleado, con la velocidad del flujo de agua que se mide mediando el sistema de compuertas instalado a través del cual controlamos su velocidad”, puntualiza Ruiz, que ha tenido que echar mano de varias disciplinas para sacar las conclusiones de este experimento.
Por el momento, uno de los problemas a los que ha tenido que enfrentarse el investigador del Itagra.ct es el tiempo, ya que “no hemos elegido bien el periodo, porque la trucha migra a finales o principios de año, y nosotros hemos comenzado a realizar los estudios a finales de febrero, por lo que los resultados de momento son escasos”, reconoce.
Hábitat diferente
Además, hay que tener en cuenta que las truchas del estudio pertenecen a un hábitat distinto, puesto que proceden de una piscifactoría, “por lo que no están acostumbradas a migrar”, aclara el autor del estudio, quien calcula tener los resultados definitivos de la investigación en los meses de septiembre u octubre. En cualquier caso, “me gustaría que después de tener los datos definitivos, éstos se tengan en cuenta bien para remodelar las infraestructuras ya existentes o bien para mejorar las que se construyan en el futuro, de manera que la trucha no se extinga como le ha pasado al esturión”, afirma Jorge Ruiz, que no está en contra de las centrales hidroeléctricas ni de otras iniciativas, pero que considera que “todo se podría hacer mejor sin perjuicio de una de las dos partes”.