Ésta es la conclusión de un estudio que ha analizado la persecución de las aves por la caza española a lo largo de 14 años. La disminución de esta actividad y del número de entradas de animales a los centros de recuperación (en un 10% cada año) son las razones por las que la “guerra”, entendida como persecución directa, está terminando en el sur de Europa.
Los investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA-CSIC), se centraron en la franja de 1994 a 2007 para estudiar la persecución de las diez especies de aves con más entradas en los centros de recuperación. El abandono de la vida rural y el descenso de la caza explican el fin de la guerra contra la fauna salvaje.
“La concentración de la población humana en grandes ciudades hace que ya no se perciba a los animales del campo como enemigos; la caza de pájaros también ha disminuido por una mayor concienciación de esa población “urbanita” a través de los medios de comunicación”, señala a SINC Alejandro Martínez-Abraín, autor principal e investigador en el IMEDEA.
En el estudio, publicado recientemente en Animal Conservation de la Sociedad Zoológica de Londres, se analizaron 1.050 aves (55% rapaces diurnas, 25% rapaces nocturnas, y 20% aves acuáticas) admitidas en el centro de rehabilitación ‘La Granja de El Saler’ (Valencia), dependiente de la Generalitat Valenciana y uno de los más grandes de España, para comprobar si se ha dado un descenso de ingresos por persecución directa.
Este fenómeno está directamente ligado a la disminución de la caza. “El número de licencias ha bajado un 33% de 1991 a 2000 en la comunidad valenciana, y sigue un patrón marcadamente descendente”, apunta Daniel Oro, que también ha participado en el estudio.
Para Martínez-Abraín, “éste es un momento histórico, ya que toda la historia de la humanidad ha sido una historia de lucha contra la naturaleza para sobrevivir”. La separación entre el ser humano industrializado y la naturaleza, debido al desarrollo urbano, hace que ya no se perciba la vida salvaje como un problema.
Surgen nuevas amenazas
No obstante, a pesar de que la lucha contra los animales va llegando a su fin en el sur de Europa, “seguimos afectando a la fauna de manera muy importante”. La fauna sigue sufriendo “igual o más” las consecuencias indirectas del desarrollo económico. “Los daños colaterales ahora causan más daño que los objetivos de guerra, por seguir la metáfora”, declara el investigador.
En cuanto a la persecución directa, el uso ilegal de veneno se ha incrementado en los últimos años en algunas comunidades autónomas. “Pero es el desarrollo económico la nueva y principal amenaza para los animales”, manifiesta Martínez-Abraín. Los choques y electrocuciones en tendidos eléctricos, la mortalidad en aerogeneradores, los atropellos en carreteras, y “el tremendo” desarrollo de las infraestructuras, fragmenta el territorio con consecuencias demográficas graves a medio y largo plazo.
Según Martínez-Abraín, para reducir el impacto negativo sobre los animales salvajes, es necesario “seguir aumentando nuestra valoración ética de la conservación de la biodiversidad”. “Aún queda mucho por hacer, y urge hacerlo ya porque la velocidad a la que perdemos patrimonio genético (producto de millones de años de evolución por caminos irrepetibles) es vertiginosa”, concluye el científico.
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Referencia bibliográfica:
Martínez-Abraín, A.; Crespo, J.; Jiménez, J.; Gómez, J.A.; Oro, D. “Is the historical war against wildlife over in southern Europe?” Animal Conservation 12(3): 204-208 junio de 2009.
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